¿Digo que tengo cáncer?
Ayer hablaba con un amigo que quiero mucho sobre la pérdida de nuestros empleos. Él lo perdió hace dos meses y yo lo perdí dos semanas atrás. Son momentos muy convulsos en nuestro país. Tenemos unos serios problemas económicos y financieros que nos arrastran hacia un abismo moral y de trastornos de la razón.
Hablamos de la frialdad de estos procesos, donde eres un número más en una gigantesca ecuación matemática. Completamente despersonalizado, sin nombre y sin apellidos, un número de empleado en un confuso laberinto corporativo.
La conversación siguió su curso acostumbrado, profunda y punzante en unos momentos, trivial y liviana en otros, pero siempre refrescante y reveladora.
Luego de un rato le empecé a explicar de las gestiones que he realizado en la búsqueda de empleo. Esto incluye, la actualización de mi resumé, los envíos de correos electrónicos, las puertas que he tocado, las llamadas telefónicas, las conversaciones de planificación con mi esposa Annabelle, en fin, todo el nuevo proceso que estamos enfrentando.
Y mi amigo, muy cándido y preocupado por mi situación, me pregunta que si en las entrevistas de empleo voy a indicar que soy paciente de cáncer.
En ese momento entramos a analizar la compleja situación que vivimos los pacientes de cáncer. Ya que nos estigmatizan y nos marginan por nuestra condición, nos ven como una carga de gastos en el plan médico y como personas improductivas. Nuestro problema es de salud, pero también, es un problema social, profesional, económico y religioso. Toca cada fibra de nuestra vida.
Y sin titubeos le dije que sí, que en cada entrevista de empleo lo primero que voy a decir con una gran sonrisa es que Soy Paciente de Cáncer. Porque estoy seguro de mis capacidades y mis dones, de mis conocimientos y habilidades, de mi visión y sensibilidad, de mi compromiso y entrega al trabajo, de la sabiduría que me da la experiencia y los estudios, y porque soy un verdadero Renacentista.
Sí, los pacientes de cáncer somos renacentistas, redefinimos términos y conceptos, rompemos los viejos esquemas, descubrimos nuevas verdades, revolucionamos nuestra realidad, abrimos nuevos caminos, estremecemos el pensamiento y derribamos las viejas estructuras.
Somos la nueva cara del cáncer. Somos seres nuevos, bañados en nuevo rocío, pintados con los colores de un nuevo amanecer.
Somos madera de Dios, con ella fuimos tallados, con Sus Manos fuimos esculpidos y Su Aliento nos dio vida.
Somos un nuevo parto y como todo parto, duele. Pero es hermoso ya que es un alumbramiento, y esto significa luz, claridad, creación y obra. Estamos llenos de milagros.
Pero no nos podemos amargar por las puertas que no se abran, por los amigos que no respondan, pues la cruz es solo nuestra y la cargamos nosotros. Y no podemos dar amor basado en quién nos ayuda en nuestro proceso y quién no. El amor no depende de eso, solo depende de ti, de tu hermoso corazón, que quiere dar amor porque es parte del Amor de los Amores.
Este no es el momento para poner a prueba el amor y la lealtad de nuestros amigos. Es el momento para ejercitar nuestra tenacidad, perseverancia, combatividad, voluntad, temple y firmeza.
Hay puertas que son solo espejismos, que solo están dibujadas, que no existen, que no son reales. Pero hay puertas y ventanas que están llenas de luz, que te esperan llenas de manos y de brazos para ayudarte, que están llenas de amor y de la Misericordia del Padre.
Sí, tengo cáncer, soy productivo y quiero tu corazón para llenarlo de amor.