Yo no soy el mismo, esto ha cambiado mi vida.
En la sala de quimioterapias se revelan transformaciones y en el piso encontramos los antifaces y disfraces de nuestro pasado.
Tan pronto la enfermera comienza a inyectarnos la quimioterapia, como parte del tratamiento para combatir el cáncer, comienza el intercambio de sentimientos y pensamientos, comienzan las conversaciones.
“Yo no soy el mismo, esto ha cambiado mi vida”, me decía un compañero mientras sus ojos se perdían en las gotas del suero de la quimioterapia.
“Yo ni me conozco, soy otra”, comentaba otra integrante de la conversación.
“Desde que estoy batallando contra el cáncer pienso de otra forma”, exclamó otro.
“Yo he sacado fuerzas que pensaba que no tenía”, señalaba otro compañero.
No, no eres el mismo, no puedes ser el mismo. Eres un ser nuevo, todo ha cambiado, estás renovado. Comenzaste un recorrido interior amplio y profundo encontrando verdades. Te encontraste a ti mismo, identificaste tus capacidades y fortalezas, necesarias para el Proyecto de Vida que has comenzado.
Es el encuentro con tu nuevo yo, no le temas. Es un proceso de parto, de alumbramiento, es una mezcla de dolor y felicidad. Es la nueva criatura que se abre paso atravesando las entrañas de la madre para presentarse al mundo. Es el dolor y la alegría de la transformación, de la renovación y de la redefinición.
Para vivir con cáncer y para afrontar el tratamiento tienes que realizar cambios profundos en ti. Tienes que redefinir conceptos y términos, las palabras ya no significan lo mismo. Son otras relaciones y experiencias, son otras vivencias. Tienes que buscar dentro de ti, profundamente y encontrar tus verdades. Tienes que descubrir tus virtudes y deslumbrarte ante ellas. Tienes que encontrar ese hermoso tesoro de dones que tienes dentro y llegar a ese manantial de energía vital que nace en el centro de tu ser.
El proceso de sanación es integrado, total, holístico. Es la integración del cuerpo, del alma, de la mente y el corazón en armonía, en reciprocidad y en balance. Es un sistema de estrategias y de acciones para lidiar con la enfermedad, con los tratamientos y con sus efectos secundarios. Tienes que convertirte en un atleta de alto rendimiento que busca desarrollar su capacidad de resistencia, de tolerancia, de estámina y de competencia.
No puedes ser el mismo porque tienes que expulsar tus miedos y temores, ese es el primer paso para la sanación. Tienes que transformarlos en fe, confianza y esperanza en el Dios de la Vida.
En la sala de infusiones se abre el telón, se caen los antifaces y comienza la representación de la realidad humana en todo su esplendor.