El senador federal por el estado de Florida, Marco Rubio, habla sobre la amenaza que representa China para los EEUU. Hay detalles importantes que ayudan a entender por qué la competencia no es en el plano militar (naval) ni político, sino en el económico. China no juega bajo las mismas reglas. No es una economía de mercado libre, sino centralmente planificada, que permite el desarrollo de un sector privado controlado por el Estado (el Partido Comunista de China). Se vale de tácticas ilícitas, como el soborno, la extorsión, el espionaje, el robo de propiedad intelectual, entre otras.
A China no se le puede sacar el guante de la cara. Es un estado poderoso económicamente que halló la forma de ser competitivo sin seguir principios de mercado libre. Recurre al robo de propiedad intelectual para modernizar e innovar. Mantiene a su población sin libertades individuales. Usa al mundo como su mercado para vender todo lo que produce y usa a su gente como mano de obra barata para producir lo que otros consumen. Logra dominar mercados a fuerza de sobornos y de endeudar a gobiernos corruptos. Alimenta a los regímenes autoritarios. Su éxito consiste en rescatar a su sector privado, protegerlo y apoyarlo lícita e ilícitamente, mientras lo controla y lo mantiene amarrado al estado chino. Le hace lo mismo que a otros países, endeuda a sus empresarios y los compromete con su agenda; no hay libertad, solo la ilusión.
Es el sistema idóneo para una élite que controla mediante la construcción de oligopolios manejados desde un solo centro. El Partido Comunista de China busca la planificación central de la economía y el dominio global mediante sus mega corporaciones y la destrucción de la competencia. No es en el plano militar ni político, sino en el económico, que persigue ejercer su dominio. Endeuda y controla, protege y controla, roba y controla, soborna y controla, monopoliza y controla, explota y controla, se aprovecha de las vulnerabilidades de otros sistemas.
Newt Gingrich, el expresidente de la Cámara Baja federal, aconseja al presidente de EEUU, Donald Trump, que actualice la tecnología 5G para competir de tú a tú con China. Coincide con Trump en que EEUU se quedó rezagado y en que debe modernizar y actualizar su tecnología e infraestructura. El lema Make America Great Again se inspira precisamente en la observación de que la Nación exhibe deterioro y falta de competitividad en varios sectores.
Por esto, Trump negocia un acuerdo comercial con China y usa la reciprocidad en los aranceles para presionar y reducir el déficit comercial. No hay un verdadero mercado libre si una de las partes impone aranceles altos y regulaciones excesivas, mientras la otra abre su mercado.
El gobierno de EEUU se asegura de hacer valer las sanciones internacionales y sus leyes. Toda vez que una corporación o un empresario chino comete un delito o realiza transacciones ilícitas, está al tanto y solicita su extradición. Este es el caso de Meng Wanzhou, vice presidenta y jefa de finanzas de la empresa de telecomunicaciones y tecnología más exitosa de China, Huawei. Fue acusada de violar las sanciones internacionales impuestas a Irán.
EEUU también prohibió a Huawei entrar a su mercado de tecnología 5G, por razones de seguridad nacional. Otros estados, como Australia y Japón, han hecho lo mismo o han regulado la participación de Huawei.
En las negociaciones comerciales entre EEUU y China se discute el problema del robo de propiedad intelectual, del ciber terrorismo, del espionaje y otros asuntos. Para que las corporaciones chinas compitan en el mercado americano deben dejar de incurrir en tácticas ilícitas.
Trump expresó que contrarrestaría el avance chino desde la campaña presidencial. Las movidas ilícitas de corporaciones chinas se pueden detener mediante sanciones, aranceles o medidas que sirvan para presionar económicamente y para forzar una negociación. China necesita del mercado americano, europeo y asiático. EEUU no se queda solo, pues otros estados siguen el liderazgo asumido por Trump.