La caravana de migrantes fue organizada con fines políticos
El 3 de abril de 2018 el presidente de EEUU, Donald Trump, publicó un tuit en el cual advirtió a Honduras y a otros estados que detendría la asignación de fondos de ayuda exterior si no paraban a una caravana de migrantes que tenía la intención de entrar ilegalmente a territorio americano. Nuevamente, se repite la historia con la caravana convocada esta semana en San Pedro Sula, Honduras, llamada la “Caminata del migrante”, a la cual Trump responde vía Twitter con un mensaje similar. El 16 de octubre de 2018 Trump advierte a Honduras, Guatemala y El Salvador que si permiten a sus ciudadanos transitar a través de sus fronteras para migrar hacia los EEUU con la intención de entrar ilegalmente, detendrá toda asignación de fondos de ayuda exterior. La convocatoria de caravanas de migrantes se tornó en una táctica política.
En ambas ocasiones, Trump se comunicó con los gobernadores de los estados fronterizos (California, Texas, Arizona y New Mexico) para que activen a la Guardia Nacional con el fin de vigilar las fronteras y asistir a los agentes de la patrulla fronteriza del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas de los EEUU (ICE, por sus siglas en inglés). Aunque la Guardia Nacional no puede intervenir en los arrestos ni en actividades civiles, sí puede ayudar en la vigilancia y en el adiestramiento de los oficiales de ICE.
El gobierno de México coopera con el de EEUU en advertir a los que se unen a la caravana que no les permitirán el paso, a menos que cumplan con los requisitos de entrada. Cada caso se evaluaría de forma individual. El presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, emitió un mensaje para desconvocar a sus ciudadanos y advertirles que los usan con fines políticos. Hernández reconoce que quienes convocan lo hacen con fines políticos. En Guatemala, movilizaron tropas para intervenir. Estas movidas evitaron que fuera más concurrida.
La caravana de alrededor de 4,000 migrantes llegó hasta Tecun Uman, Guatemala; encontró resistencia por parte de los oficiales guatemaltecos, pero lograron continuar la marcha hasta un puente fronterizo de Ciudad Hidalgo, en el estado mexicano de Chiapas. Los oficiales mexicanos lanzaron gases lacrimógenos, aunque eventualmente solicitaron formar una fila para evaluar caso a caso. Actualmente, el gobierno de México les provee alimentos y atención humanitaria.
Esta marcha fue convocada y organizada por el excongresista hondureño Bartolo Fuentes, quien no reconoce la victoria electoral del actual presidente de Honduras; responsabiliza a la administración Trump por reconocer la reelección de Hernández. Usa la caravana de migrantes para atacar la imagen pública de ambos. Aprovechó que se acercan las elecciones de medio término de EEUU para atraer atención mediática. Expone irresponsablemente a niños y viejos a riesgos para su seguridad. También, posibilita que organizaciones criminales, gangas, narcotraficantes y terroristas se infiltren entre los migrantes.
Fuentes engañó a los ciudadanos hondureños que respondieron a su convocatoria, pues les comunicó que si llegaban a EEUU, los dejarían entrar. Se aprovechó de la desesperación de personas pobres, desempleadas y de madres con niños. Algunos de los migrantes son viejos que no consiguen empleo. Lo que no les informó Fuentes es que no se otorga asilo político por razones financieras y económicas. Este tipo de tácticas políticas pone en riesgo la vida de menores de edad.
Si la caravana llegara a las fronteras de EEUU, para proteger a los menores y asegurarse de que sus acompañantes no sean traficantes humanos, los oficiales de ICE tendrían que separarlos y evaluar cada caso, como forma de evitar que su seguridad y vida este en riesgo. Esto lo podrían usar los detractores de Trump para atacarlo con el discurso falso de la “separación de familias”. Si se permite que un menor permanezca con su acompañante, sin primero evaluar el caso, se arriesga a que lo usen para explotación laboral, sexual o de otro tipo.
Este no es solo un problema para EEUU. A México no le conviene permitir que se organicen este tipo de caravanas de migrantes ni dejar que crucen sus fronteras, porque todo intento fallido para entrar ilegalmente a EEUU desemboca en más inmigrantes ilegales que deciden quedarse en su territorio. Los trabajadores mexicanos de los estados del norte se ven perjudicados, porque se satura el mercado laboral y los salarios se mantienen bajos.
Este es un problema que debe atenderse pensando a largo plazo. La administración Trump reconoce que se debe asistir a los estados centroamericanos para combatir la crisis económica y de violencia que provoca este tipo de migración masiva. Sin embargo, no puede permitir la entrada de los que intentan inmigrar ilegalmente, por eso presiona para que los detengan antes de llegar a las fronteras de EEUU.
El gobierno hondureño proveyó transporte a sus ciudadanos que decidieron no continuar la marcha y prefirieron regresar. Jimmy Morales, el presidente de Guatemala, colaboró en esta gestión. México alimenta y asiste a los migrantes. Anualmente, EEUU asigna fondos para contrarrestar la pobreza y la violencia. La colaboración entre los estados existe, pero mientras domine la violencia, la corrupción y los modelos económicos fallidos, los estados centroamericanos no saldrán de la crisis en la que se encuentran.
Por esto, hay que dejar de desplazar la culpa y la responsabilidad hacia EEUU por asuntos que se deben atender en cada estado de Iberoamérica. Los pueblos son responsables de sus destinos. Si por un lado, se hace la crítica histórica a EEUU por intervenir en asuntos políticos de Centroamérica, por el otro, no se debe exigir su injerencia cuando las cosas van mal. Los pueblos no pueden ser soberanos solo cuando les conviene. Es hora de que cada pueblo asuma su responsabilidad y atienda sus problemas políticos y económicos.
Los que migran hacia EEUU reconocen con su acción que ven en América una tierra de oportunidades laborales y de otro tipo. Por qué entonces no se emula el sistema político y económico americano. Es irónico que se persiga el sueño americano en EEUU, pero se promueva la pesadilla iberoamericana en sus propios países.
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