Gana la primera vuelta “el Trump de Brasil”
Jair Bolsonaro, el candidato conservador y nacionalista de Brasil, ganó la primera vuelta presidencial con un 46.7% de los votos versus el 28.5% que obtuvo el socialista Fernando Haddad. Bolsonaro es considerado “el Trump brasileño”. Propone combatir la corrupción y contrarrestar las políticas socialistas de los presidentes anteriores. También, favorece la protección fronteriza y el control de la inmigración. Su formación militar le asiste en temas de seguridad, lo que genera confianza entre electores que favorecen una política de mano dura contra el crimen.
La segunda vuelta se realizará el 28 de octubre de 2018. Haddad hará alianza con sectores socialistas y otros que se beneficiaron de las políticas clientelistas del expresidente de Brasil, Lula da Silva. Bolsonaro consolidará su apoyo de sectores conservadores, como los evangélicos, y de electores de zonas rurales.
Al régimen socialista de Nicolás Maduro no le conviene que gane Bolsonaro, porque aumentaría la probabilidad de una intervención militar con apoyo de Brasil para restablecer el orden constitucional y garantizar los derechos humanos en Venezuela. El Foro de Sao Paulo, que dio pie al socialismo del siglo XXI en la década del noventa, inició en Brasil. Este es un golpe duro para el régimen castrochavista y para el populismo en Iberoamérica.
La victoria de Iván Duque, el presidente de Colombia, crea un cerco en torno a Venezuela, que se completa con el apoyo del Departamento de Estado de Puerto Rico y de la administración Trump, para denunciar las violaciones a derechos humanos. A esto se suman los estados que solicitaron a la Corte Penal Internacional que investigue a Venezuela por crímenes de lesa humanidad: Colombia, Perú, Argentina, Paraguay, Chile y Canadá; luego se sumó Francia.
Si Bolsonaro gana la segunda vuelta, que es lo más probable, la seguridad regional y nacional tendrá prioridad. El caso de Venezuela es el problema de seguridad y de derechos humanos que más afecta a Surámerica, por la migración masiva de venezolanos, el fortalecimiento de un narcoestado, el puente que tiende a grupos islamistas y terroristas, entre otros problemas. La experiencia como capitán del ejército de Brasil asiste a la encomienda que tiene Bolsonaro.
También, tiene que atender problemas nacionales con alcance internacional, como la corrupción severa que hubo con las presidencias de los socialistas Lula da Silva y su sucesora Dilma Rousseff. Le toca “limpiar el pantano”, como dice una de las frases de campaña del presidente de EEUU, Donald Trump.
Es el “Trump brasileño” no solo en materia de seguridad nacional y de combatir la corrupción, sino también por proponer una reforma contributiva y un marco económico que haga la economía de Brasil más competitiva y desregulada. Además, recibe apoyo de conservadores sociales y de patriotas que quieren poner a “Brasil primero” y defender su idiosincrasia.
Lo consideran alguien sin pelos en la lengua, porque no se deja llevar por el ‘political correctness’. También, lo tildan de racista, homofóbico, sexista y otros ‘istas’ que se suelen utilizar para demonizar a los conservadores. Al igual que Trump, tiene muchos seguidores y muchos detractores. Por eso, sus críticos lo describen como un político que “divide”.
Representa un reto para el globalismo, el socialismo, el populismo, la corrección política, las élites tradicionales de Brasil, el narcotráfico y otras fuerzas que dominaron por mucho tiempo al País y a la región. No es perfecto y sus expresiones le traen muchos problemas, pero es quien enfrenta a sectores que llevaron a la decadencia de Brasil.
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