Toma y DACA
El Partido Demócrata usa como táctica para vencer a los republicanos y al presidente de Estados Unidos (EEUU), Donald Trump, el apelar a la política de identidad, al political correctness y a la demonización del adversario. Constantemente, fabrica falacias y acusaciones falsas sobre que Trump es racista y xenófobo. La más reciente de estas acusaciones se vincula a la orden ejecutiva aprobada por el presidente Barack Obama, el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés). Según los demócratas, Trump es insensible por indicar que eliminará a DACA y deportará a miles de inmigrantes. Lo irónico es que Obama dijo públicamente que no tenía la autoridad para aprobar a DACA y que el debido proceso constitucional es que lo hiciera el Congreso. Sin embargo, de todos modos, lo hizo.
Esta orden ejecutiva consiste de una dispensa para menores de edad que entran ilegalmente a los EEUU; pueden obtener visas de trabajo y permanecer en el País mediante una solicitud de revisión. Varios estados retaron esta orden en los tribunales. Lo que hará Trump es derogar la orden ejecutiva y dar un espacio de seis meses para que el Congreso apruebe una ley migratoria que atienda el asunto de DACA.
Los demócratas y los never trumpers u opositores a Trump no querían que se eliminara la orden ejecutiva, a pesar de que son conscientes de su inconstitucionalidad. Usan este asunto políticamente y de forma demagoga con el fin de difamar a Trump. Esperaban que se opusiera tajantemente a la permanencia de los llamados dreamers o soñadores (jóvenes inmigrantes), pero no les salió la jugada. Trump no cayó en su juego.
Favorece que se permita a los jóvenes inmigrantes permanecer en los EEUU siempre y cuando no cometan delitos y que el Congreso lo apruebe mediante ley. Es sensato, constitucional y satisface en gran medida a las partes. También, propuso a los congresistas demócratas que apoyen la construcción de un muro fronterizo a cambio de que se apruebe DACA. El muro es una de las propuestas principales de la campaña de Trump. Por esto, les da a los demócratas algo que defienden a cambio de uno de sus grandes proyectos. Es lógico y razonable aceptar a los inmigrantes ilegales que llevan años en los EEUU, mientras se refuerza la seguridad en las fronteras para evitar que el problema de la inmigración descontrolada continúe.
Nancy Pelosi y Chuck Schumer, los portavoces de la minoría demócrata en el Congreso, accedieron a negociar con Trump. Esta es una manera de presionar a la mayoría republicana en el Congreso que suele obstruir las medidas del Presidente. De este modo, los demócratas sacan provecho mediante sus logros de cara a las elecciones de mediano término y Trump pone a sus opositores republicanos contra la espada y la pared. Los candidatos que apoya Trump para las primarias republicanas y para las próximas elecciones congresionales llevan las de ganar.
Las negociaciones de Trump con los líderes demócratas son parte de su estrategia para lograr más apoyo congresional en los próximos dos años. Necesita que poco a poco se aprueben sus medidas y que eventualmente ganen los candidatos que apoya para el Congreso. Desarma a los demócratas que lo intentan demonizar tildándolo de racista y xenófobo, pues demuestra que está dispuesto a permitir que los dreamers se queden. Además, deja a los never trumpers sin recursos para atacarlo y los pone en una posición vulnerable.
El portavoz de la mayoría republicana en la Cámara Baja, Paul Ryan, es uno de los opositores a Trump que suele obstruir sus medidas y realizar ataques personales; su postura es a favor de la permanencia de los dreamers. La movida de Trump lo deja sin recursos para atacarlo, pues no se opuso a que los dreamers se queden y le pasó la bola al Congreso para que aprueben una ley a los efectos. En otras palabras, será el Congreso de mayoría republicana el que tendrá que decidir si quiere o no que los dreamers permanezcan en los EEUU. La posición es incómoda, porque no es Trump el que va a elecciones de medio término, sino los congresistas. Además, les resta liderazgo y los ignora al negociar con los demócratas. Eso obliga a Ryan a tener que reunirse con Trump y negociar.
La encerrona no solo perjudica a los republicanos, sino también a los demócratas más acérrimos en contra de Trump. Ya no pueden atacarlo con la misma vehemencia. Es un win win situation o escenario perfecto para el Presidente.