Trump no perdió la elección presidencial
La prensa no determina quién ganó las elecciones presidenciales de los EE. UU. Eso lo determinan los electores del Colegio Electoral y se confirma en una sesión conjunta del Congreso. Cuando las grandes cadenas de prensa proyectan a Joe Biden como ganador, lo que hacen es emitir una opinión. No es un hecho ni es el debido proceso constitucional para determinar quién será el presidente de los EE. UU.
El artículo 2, sección 1, claúsula 2 de la Constitución de los EE. UU. indica que las legislaturas de los estados seleccionan a un número de electores del Colegio Electoral igual al número de Senadores y de Representantes que tienen en el Congreso. El proceso de selección inicia a partir del 8 de diciembre, que es la fecha límite para atender disputas electorales y el 14 de diciembre se reúnen los electores en cada estado para votar por el presidente y el vicepresidente de los EE. UU. El 23 de diciembre el presidente del Senado recibe las votaciones de los electores y el 6 de enero del 2021 se reúne el Congreso en una sesión conjunta para contar los votos de los electores. Finalmente, el 20 de enero es la inauguración del presidente.
En este momento, Pensilvania, Georgia, Arizona, Nevada y otros estados no culminan de contar la totalidad de los votos emitidos. Hay recuentos programados en Wisconsin, Georgia y posiblemente en otros estados con elecciones cerradas o disputas electorales. La campaña del presidente Donald Trump presentó y presentará varias demandas en estados como Pensilvania, Nevada, Arizona, Georgia, Wisconsin y Michigan, por irregularidades electorales, fraude y obstrucción a la labor de los observadores de colegio.
Los directores de noticias de medios de prensa como Fox News saben que la elección no ha culminado, que es cerrada en algunos estados y que no hay ninguna certificación oficial que establezca un ganador en ninguno de los estados. Sin embargo, hay una tendencia en las grandes corporaciones de medios de prensa a favor del Partido Demócrata. Fox News comienza a inclinarse hacia este partido, con un director de noticias que es donante de la campaña de Biden, Arnon Mishkin. Proyectó a Biden como ganador en Arizona cuando todavía faltaba bastante por contar, a pesar de ser un estado que los candidatos presidenciales republicanos suelen ganar.
La campaña del presidente Trump considera sospechoso y denuncia que luego de proyectar a Arizona a favor de Biden, en varios estados en disputa paralizaron el conteo y entre las 3am y 5am del 4 de noviembre comenzaron a reportar cientos de miles de votos a favor de Biden y en algunos casos cero votos para Trump. La ventaja significativa que tenía Trump se desplomó en Wisconsin, Michigan, Pensilvania, Georgia y Carolina del Norte sin ninguna explicación que se sostenga estadísticamente.
Este patrón de votos para Biden, en una proporción irregular y dudosa, se repitió en la madrugada del 5 de noviembre. Mientras la población dormía, cambiaba dramáticamente el resultado electoral.
Lo más sospechoso es que en Michigan, en Pensilvania y en otros estados no le permitieron acceder al área de conteo de votos a los observadores de colegio republicanos. Esto ocurrió en las ciudades controladas por funcionarios electorales demócratas, como Detroit y Filadelfia. A pesar de una orden de un tribunal de Pensilvania que autorizó el acceso a los observadores de colegio, le negaron la entrada a los observadores republicanos.
En Michigan, Wisconsin y Georgia se identificaron “errores” en la transmisión de resultados. Hubo una inversión de los votos de Trump y Biden que favoreció al segundo. Al corregir estos “errores” un candidato congresional republicano ganó su elección. Este problema se debe a dos programas de transmisión de resultados que deben ser auditados: Hammer y Scorecard. Ambos programas pudieron ser hackeados o, como mínimo, presentar errores significativos de programación. Se debe investigar si les hicieron actualizaciones con algoritmos para invertir los votos y beneficiar a un candidato o partido.
Hay declaraciones juradas de observadores de colegio de Michigan sobre que las máquinas para entrar y tabular votos tenían conexión al Internet en la noche del 3 de noviembre. Esto viabiliza hackeos y posibles intervenciones ilícitas de gobiernos extranjeros.
Un tercer programa utilizado para el conteo de votos, llamado Dominion Voting Systems, tiene como director ejecutivo al jefe de personal de la oficina de Nancy Pelosi, la presidenta de la Cámara Baja federal. También, tiene como accionista mayoritario al esposo de la senadora federal demócrata Dianne Feinstein. Ambas congresistas son demócratas por California. Además, Dominion tiene vínculos con el Clinton Global Initiative y entre sus directivos hay exempleados de Clinton Growth Initiative y TENEO.
Otras irregularidades señaladas por la campaña de Trump es que miles de personas fallecidas aparecen inscritas y con votos emitidos. En Nevada se identificaron alrededor de 10, 000 casos. Esto es significativo, pues la elección en ese estado tiene una diferencia de votos mínima.
También, la organización Project Veritas, dedicada a investigar casos de fraude electoral, recopiló evidencia e identificó testigos que laboran en el Servicio Postal de los EE. UU (USPS, por sus siglas en inglés). Los testigos declaran que sus jefes les indicaron que cambiaran la fecha de recibido de los sobres con papeletas de votación para que pareciera que fueron recibidos en o antes del 3 de noviembre. Esto es fraude postal. Es una forma de viabilizar votos poselectorales.
Además, el oligopolio informático de Silicon Valley, compuesto por Google/Youtube, Facebook/Instagram y Twitter/Periscope censuró al presidente de EE. UU. y a todo comunicador y persona que denunciara irregularidades y fraude electoral. Al presidente Trump le censuraron muchos de sus tuits emitidos después del 3 de noviembre.
Todo apunta a una posible coordinación entre entidades electorales e informáticas administradas por demócratas. La campaña de Trump tiene abogados en diferentes estados recopilando evidencia y preparando demandas. Las disputas son en estados claves para las campañas electorales. No es casualidad que sean los estados en los que detuvieron el conteo de votos y que presentaron más irregularidades electorales.
Una observación que se debe mencionar es que los encuestadores, estadísticos y analistas de datos más reconocidos, como Nate Silver de Five Thirty Eight, afirmaban que Biden ganaría Wisconsin por 17 puntos, basados en una encuesta de ABC/Washinton Post. Resultó ser falso. Usaron las encuestas como una forma de suprimir el voto de los republicanos, pero no les funcionó. Se desprestigiaron, nuevamente.
Le tocará a los tribunales, probablemente al Tribunal Supremo de los EE. UU., resolver estas disputas y determinar si se cuentan los votos recopilados después del 3 de noviembre y si las determinaciones hechas en Pensilvania y Carolina del Norte, sobre extender la fecha de recopilación de papeletas de votación hasta días después de la elección, son inconstitucionales. En estos estados aceptan papeletas sin verificar las firmas del elector. La Rama Judicial tendrá muchos casos que atender.
Al menos, el juez asociado del Tribunal Supremo de EE. UU. Samuel A. Alito, Jr. ordenó separar las papeletas de votación recibidas en Pensilvania después de las 8pm del 3 de noviembre. De este modo, se abre la puerta a una posible decisión que ordene no contar dichas papeletas.
Otra decisión importante fue la del Fiscal General de EE. UU. William Barr. Autorizó investigar las irregularidades electorales en estados como Pensilvania. Esto provocó que Real Clear Politics (RCP) aclarara que nunca puso a Biden por encima de la marca de 270 electores y que no proyectó a su favor los estados de Pensilvania, Georgia y Arizona.
Fueron las grandes cadenas de prensa quienes proyectaron a Biden como ganador horas antes de que la campaña de Trump expresara oficialmente sus hallazgos sobre irregularidades electorales y de que presentara a testigos. Desviaron la atención con un anuncio de victoria ilusorio. Esto provocó una fuga de republicanos y conservadores que abandonaron Fox News para moverse a Newsmax y a Oann (One America News Network). También emigraron de las redes sociales Twitter y Facebook hacia Parler y MeWe.
El presidente Trump hace bien en no permitir que los censores de la prensa y de las redes sociales decidan quién ganó la elección. No concederá ni caerá en sus juegos de propaganda psicológica. Como dice el dicho, la ópera no termina hasta que canta la gorda.