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Trump armoniza las relaciones entre países

Al presidente de EE. UU., Donald Trump, no le dan crédito por su habilidad para negociar y escoger a mediadores. No le otorgarán un premio Nobel de la Paz, aunque no haya iniciado guerras ni conflictos armados en todo el cuatrienio y lograra la normalización de las relaciones entre varios países. Por el contrario, lo atacan viciosamente con mentiras, porque a sus detractores no les conviene que sea reconocido por su política exterior.

Recientemente, logró que Emiratos Árabes Unidos reconociera el derecho de Israel a existir y se acercara para estrechar lazos económicos, científicos, médicos y culturales. Es el tercer país árabe, después de Egipto y Jordania, que se acerca a Israel para acabar con las tensiones en Oriente Medio. Esto es importante para el desarrollo económico y la estabilidad de la región.

El conflicto árabe-israelí es uno de los más discutidos en materia internacional. La armonización de relaciones debería ser un logro festejado en los principales medios de prensa global, pero no es conveniente para los administradores y dueños de estas cadenas. Tampoco lo es para los islamistas chiitas del régimen de Irán ni para los suníes que consideran a Israel su enemigo.

Trump tiene enemigos en su propio partido que no quieren que sea reelecto, porque no derrocó al presidente de Siria, Bashar al-Ásad. Por ejemplo, los Bush y quienes fueron sus asesores en materia de seguridad nacional prefieren al candidato presidencial demócrata Joe Biden, porque es una marioneta. Esto sirve de muestra de que el complejo industrial-militar azuza conflictos bajo administraciones demócratas y republicanas.

Uno de estos asesores y guerreristas que detesta el espíritu negociador de Trump es Colin Powell. Este General de Cuatro Estrellas estuvo cerca de los Bush, padre e hijo, y fue clave en la intervención militar en Irak y Afganistán, como Presidente del Estado Mayor Conjunto y Secretario de Estado. También, fue Consejero de Seguridad Nacional del presidente Ronald Reagan.

Pero los títulos no deben cegar el entendimiento de los hechos. No se diseñó un plan de retirada de Irak y Afganistán, ni se pensó a largo plazo. El presidente Barack Obama convirtió la retirada de tropas en Irak en una propuesta de campaña, provocó un vacío de poder, dio paso al Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) y no se aseguró de estabilizar y reconstruir. De Bush a Obama, de una administración republicana a una demócrata hubo una continuidad de decisiones que comprometieron a EE. UU.

Trump se opuso a esta aventura de derrocamiento de dictadores y de construcción de naciones, porque representa un gasto público excesivo, pérdida de vidas y son conflictos de nunca acabar. Por esto, no derrocó a Ásad. También, por esto, lo quieren derrotar electoralmente.

Ignoraron su tercer logro de acercar a países en conflicto, el primero fue la Declaración de Panmunjom para la Paz, la Prosperidad y la Unificación de la Península de Corea, firmado el 27 de abril de 2018. El tercero es la armonización de relaciones entre Serbia y Kosovo, luego de 22 años de la guerra en Los Balcanes. Ambos países se comprometieron a mover sus embajadas de Tel Aviv a Jerusalén, lo que aumenta el apoyo a Israel y demuestra el liderazgo de Trump, quien fue el primer presidente de EE. UU. y del mundo en cumplir su promesa de relocalizar su embajada.

De este modo, Kosovo e Israel comienzan a ser reconocidos como Estados con derecho a existir en sus respectivas regiones. EE. UU. se mantiene como el aliado principal de ambos países. La gestión de la administración Trump fortalece esta alianza y concreta la meta de que estos Estados sean reconocidos por sus vecinos.

No queda duda que Trump sabe cómo negociar sin iniciar conflictos ni guerras. Esto debería ser suficiente para que se le reconozca como pacifista o armonioso y para que se entienda que valora las vidas de los militares americanos.

Sin embargo, esto no impidió que el diario The Atlantic publicara un #FakeNews con cuatro “testigos” anónimos atribuyéndole a Trump expresiones despectivas sobre los militares heridos y muertos en combate. El uso de “testigos” anónimos es una táctica que sirve a los medios de prensa anti Trump para publicar información falsa. No hay forma de corroborar lo que se alega.

Trump dijo que no usó ni usaría términos peyorativos como losers y suckers para referirse a los veteranos y militares. Se sabe que es un patriota que pone a EE. UU. primero, que tiene apoyo de muchos veteranos y que ha mejorado los servicios de salud y la atención a esta población. Invitó a las familias de militares fallecidos y a militares heridos a mensajes de Estado, a la Convención Nacional Republicana y a otras actividades oficiales. También, realizó un desfile militar para honrar a las Fuerzas Armadas de la Nación. Además, indultó a militares condenados por crímenes de guerra y restituyó sus honores. Es, probablemente, el presidente que más honores le rinde a las Fuerzas Armadas.

No sorprende que surjan publicaciones con información falsa, tan cerca de las elecciones presidenciales, con el fin de construir una imagen negativa que aleje a los veteranos y militares. No solo no le darán el premio Nobel de la Paz, lo demonizarán para que parezca un presidente anti patriota. Es absurdo que quien evita guerras y no compromete la vida de los soldados americanos sea tildado de irrespetuoso y de hacer expresiones degradantes sobre los militares.

Sin embargo, los hechos hablan más que las palabras falsas y la repetición de una mentira no se convierte en la verdad. La élite guerrerista tira sus últimos cartuchos, pero escoge una táctica pésima, pues la credibilidad de Trump ante los veteranos se valida con sus decisiones y al cumplir su palabra.

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