Los políticos del Partido Demócrata se acostumbraron a que la población negra de EEUU vote por ellos abrumadoramente. La tradición de asociar a los demócratas con el “bienestar” y el “interés” de los electores negros se origina con las políticas de bienestar social y el clientelismo político. Lejos de asistir para que haya movilidad social y que los negros salgan de la pobreza, el énfasis, que todavía se sostiene, consiste en ofrecer servicios gubernamentales “gratuitos” a cambio del voto.
Por esto, el precandidato presidencial por el Partido Demócrata, Joe Biden, da por hecho que los electores negros, a los cuales llaman “afroamericanos” en EEUU, no tienen otra alternativa que votar por él. Para Biden, si una persona negra vota por el presidente Trump o por cualquier candidato republicano, no es un “verdadero” negro. Este modo de pensar racista no es percibido por muchos americanos, sobre todo demócratas, porque lo entienden como normal y aceptable sociopolíticamente.
Sin embargo, racismo es racismo, con o sin eufemismos y costumbres. Ningún individuo es propiedad de un partido político ni viene obligado a identificarse con uno. Cada ciudadano tiene libertad de conciencia, puede pensar, afiliarse y votar por el partido que quiera. La mente y el cuerpo no son propiedad de partidos ni de ideologías. Toda persona es singular, única, y puede transitar entre ideas y organizaciones. El ser humano, es siendo, en gerundio, está activo, tiene vivencias y puede cambiar de parecer. Su entendimiento de las cosas no está predeterminado socioculturalmente ni por su color de piel (fenotipo).
Esta lección se aprende lentamente, pero se notan cambios con el movimiento Blexit, compuesto por ciudadanos americanos negros que decidieron abandonar al Partido Demócrata. A Biden le cuesta creerlo; en un estilo condescendiente, se dirigió al anfitrión del programa radial Breakfast Club, Lenard Larry McKelvey, alias Charlamagne tha God: “Si tienes problemas intentando resolver si me apoyas a mí o a Trump, entonces no eres negro” (la traducción es mía).
Luego de días de recibir críticas por este comentario degradante y racista, Biden se retractó. Pero, ya era tarde. Dejó entrever cómo piensa realmente. Al decir boricua, se le vio la costura.
Debido a que el presidente Trump atrae a muchos electores que votan por el Partido Demócrata, hay preocupación en las filas de este partido. Recientemente, un legislador estatal demócrata, Vernon Jones, endosó a Trump para la presidencia, porque considera que atiende asuntos de la población negra, como el desempleo y la reforma carcelaria que dio oportunidad de libertad bajo palabra y de integración laboral a ciudadanos negros que cumplían condenas excesivas. Este legislador representa a ciudadanos de Georgia, el estado en el que reside una de las posibles candidatas para acompañar a Biden en la papeleta, como vicepresidenta de EEUU, Stacey Yvonne Abrams.
No es Trump el que debe preocuparse, porque la mayoría de los electores negros votan por los demócratas, sino Biden, porque, poco a poco, pierde el favor de este sector.
El rapero o hiphopero Kanye West estableció una línea discursiva que despertó a muchos: “Los negros americanos son esclavos de la plantación del Partido Demócrata” (la traducción es mía). Esta referencia histórica a los esclavos negros forzados a trabajar en las plantaciones agrícolas del sur de EEUU, se actualiza con las plantaciones urbanas en el norte y en todas las ciudades de EEUU donde residen millones de trabajadores e indigentes negros, con los ingresos más bajos, el menor nivel educativo y los índices más altos de violencia y de dependencia del Gobierno. West endosa a Trump, porque lo considera un punto de rompimiento con esa mentalidad de dependencia psicológica y socioeconómica.
No debe sorprender que constantemente los medios de prensa aliados a los demócratas tilden a Trump de racista, pues es parte de la narrativa falsa para proyectar en otro sus propias flaquezas. Sin embargo, son muchas las voces que contrarrestan este encantamiento. Lo que antes sonaba dulce, por sinestesia, ahora tiene un sabor amargo.