Trump considera la idea de crear un task force económico
La ex secretaria de prensa de la Casa Blanca bajo la administración de George W Bush, Dana Perino, publicó un tuit con una idea que llamó la atención del presidente de EEUU, Donald Trump. Se trata de crear un segundo task force de Casa Blanca para atender la recuperación económica. Este equipo especial atendería la pregunta de cuál es el momento indicado para reabrir la economía y cómo hacerlo.
Perino es comentarista de Fox News y co-anfitriona del programa The Five. Su propuesta surge como un ejercicio de análisis y demuestra que el Presidente escucha a quienes tienen buenas ideas. Perino trabaja en una cadena conservadora, muchas veces critica a Trump, pero es armoniosa. El presidente dijo en una conferencia de la Casa Blanca que considera la idea de Perino y que tal vez la lleve a cabo.
A Trump le gustó la idea, probablemente, porque le preocupa el deterioro de la economía. Constantemente destaca en las conferencias de prensa de la Casa Blanca que el remedio no puede ser peor que la enfermedad. Mantener la economía cerrada indefinidamente, sin planificar cuándo y cómo la abrirán, es negligente. Se necesita un cuerpo de expertos en economía y finanzas que incluya a empresarios y a otros sectores perjudicados.
Postergar la discusión sobre cómo mejorar la economía durante la emergencia es contraproducente. El coronavirus (Covid-19) no podrá ser erradicado por completo y una vacuna podría estar disponible para aproximadamente un año y medio. No se puede esperar tanto tiempo para adaptarse a la situación y planificar cuáles sectores de la economía pueden comenzar a operar.
Trump busca aumentar la producción de ventiladores, de mascarillas y de otros equipos médicos. Además, persigue facilitar la investigación científica y la experimentación con medicamentos y vacunas. Se necesita agilidad y menos obstáculos legales para salir de la crisis lo más pronto posible.
El énfasis que hace Trump en promover el uso experimental de la hidroxicloroquina y la azitromicina, y de cualquier otro medicamento que pueda ser efectivo para reducir la carga viral del coronavirus, responde a la necesidad de ofrecer alternativas a corto plazo para reducir las muertes. No conviene ponerse burocráticos ni privar a los pacientes de una alternativa. La administración Trump desde que comenzó el cuatrienio ha defendido el derecho de los pacientes a tratar con medicamentos experimentales cuando no existe otra alternativa y la vida de la persona está en riesgo.
Si no se logra exitosamente reducir los síntomas del coronavirus, reducir la carga viral y producir una vacuna, tarde o temprano se tendría que reabrir la economía y aprender a convivir con el patógeno. Existe una variedad de patógenos con los que aprendimos a coexistir, con o sin vacuna, con o sin medicamentos.
La razón por la que en este caso el reto es mayor, es porque el coronavirus es altamente contagioso y difícil de controlar. Sin embargo, no es realista ni viable mantener la economía cerrada hasta que surja una vacuna. Para entonces, los problemas de salud y de seguridad en general serían catastróficos.
Hay que dejar la demagogia a un lado y la política partidista, para discurtir con seriedad cómo mantener la economía a flote. Los discursos ideológicos anti capitalistas, anti americanos, anti Trump y anti desarrollo industrial, que promueven un cierre indefinido por meses, que silencian las voces que intentan abrir una discusión sobre economía y que festejan el colapso económico como una victoria ambientalista, socialistoide o como una derrota de la administración Trump, pierden de perspectiva que las consecuencias son devastadoras para millones de personas naturales.
La misantropía no tiene lugar en la Casa Blanca. Ningún capricho ideológico debe arriesgar la vida de millones de personas que sufrirían mundialmente si hay una recesión o depresión económica severa. El presidente de EEUU no puede pensar como el odioso ni el resentido, como el fanático ni el idealista utópico que piensa que esta crisis presenta las condiciones perfectas para acabar con sectores económicos, reducir la población global y hacer cambios radicales al orden político y económico. No hay espacio para asuntos irrelevantes como el Green New Deal ni otras propuestas oportunistas y fantasiosas.
Trump debe tomar decisiones difíciles en materia de salud, seguridad y economía. Por eso conviene crear un task force dedicado a la recuperación económica que complemente al task force que atiende la emergencia del coronavirus desde una perspectiva de salud. La economía y la salud van de la mano. Separarlas, obligando a escoger entre una y la otra, es una falsa dicotomía. Agraciadamente, Trump no peca de ingenuo ni de estúpido.