Los detractores del presidente de EEUU, Donald Trump, no reconocen sus logros. No importa si la economía de la Nación va viento en popa o si no hay guerras declaradas ni problemas graves que atender. Oponerse a Trump se convirtió en misión y objetivo. En términos demócratas, se trata de una “resistencia” constante. Se resisten como si existiera una dictadura, pero en realidad están en negación; no quieren aceptar que las predicciones fatalistas sobre lo que sería la presidencia de Trump no se concretaron.

No funcionó tildar a Trump de racista y xenófobo, pues aumentó su apoyo entre la población negra e hispana, firmó la reforma carcelaria y se redujo el desempleo significativamente. También, sancionó a las tiranía de Venezuela y Cuba, y se acercó a varios líderes de Iberoamérica.

La etiqueta sobre el Trump misógino no pegó. Su hija mayor, Ivanka Trump, dedicó tiempo a atender problemas relacionados con la maternidad. No es casualidad que se aprobara y firmara una medida con apoyo bipartita para que alrededor de 2.3 millones de empleados federales puedan solicitar una licencia con sueldo que les permita dedicar las primeras doce semanas al cuido de un hijo recién nacido. Otro ejemplo que contrarresta la narrativa sobre el Trump misógino es que en su gabinete hay muchas mujeres destacadas y otras que ya se retiraron de sus funciones de manera exitosa, como la ex secretaria de Prensa, Sarah Huckabee Sanders, y la ex embajadora de EEUU ante la ONU, Nikki Haley.

Tampoco se sostuvo el argumento ad hominem sobre que Trump es fascista, nazi, autoritario y una amenaza para los EEUU y para el mundo. Lejos de provocar un conflicto nuclear, se acercó a Norcorea y viabilizó que las Coreas negociaran la paz y firmaran la Declaración de Panmunjom. Destruyó al Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) con la ayuda de países aliados y enemigos. Denunció al socialismo y a otros sistemas autoritarios. Impuso sanciones a gobiernos tiránicos. Además, reimpuso sanciones al régimen teocrático de Irán para forzar una renegociación del “acuerdo nuclear” con el fin de detener el programa de desarrollo de misiles intercontinentales y la financiación del terrorismo islámico.

El éxito de la administración Trump cubre la política exterior y la política doméstica. En el ámbito constitucional, fue consecuente al nombrar a jueces originalistas, entre ellos dos jueces asociados del Tribunal Supremo federal. Los originalistas interpretan la Constitución según la intención de los fundadores de la Nación.

El hecho de que Trump cumpla con sus promesas de campaña lo coloca en posición favorable para ser reelecto. De nada sirve a los demócratas un juicio político que no goza de apoyo ni de credibilidad. La falta de cargos serios y de evidencia en contra de Trump le resta fuerza a los demócratas. Cada medida bipartita aprobada y firmada recientemente es evidencia de que lejos de debilitar a Trump, reconocen, de facto, que sus propuestas son convenientes y que gozan de apoyo en la opinión pública. La más importante de todas las medidas fue el Acuerdo Comercial de EEUU-México-Canadá.

No hay caso para desacreditar a Trump mientras los índices bursátiles reflejen un alza histórica y haya un crecimiento económico notable. Las falacias, los #fakenews, la demonización constante y los cargos fatulos se diluyen en el mar de logros.