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El patriotismo de Trump no es chauvinismo

Al presidente de EEUU, Donald Trump, lo comparan con Adolf Hitler, lo tildan de nazi, le imponen el adjetivo peyorativo de xenófobo y lo degradan al punto de asesinar su carácter, solo por defender a la nación que representa. Sus detractores confunden los términos nación y patria con el chauvinismo y la patriotería, lo que en inglés se denomina jingoism. No entienden o no quieren entender por qué Trump pone a EEUU primero y por qué retoma, levemente modificado, el lema de campaña del presidente Ronald Reagan: Make America Great Again (MAGA). Tampoco escuchan los argumentos a favor de construir un muro fronterizo, a pesar de que presidentes demócratas, como Bill Clinton, favorecieron la construcción de barreras fronterizas. Atacan al sentido de pertenencia, al valor de defensa de la patria y se ofenden con el orgullo nacional americano, pero no exigen lo mismo a los jefes de Estado de otras naciones. Dan a entender que tienen una agenda anti americana y que persiguen lo contrario a Trump, deteriorar el liderazgo político, económico y militar de EEUU.

Entre los detractores de Trump hay muchos académicos y docentes de universidades americanas, que enseñan en facultades de artes liberales y que lo atacan con “argumentos” contradictorios. La contradicción consiste en que celebran las aportaciones de la civilización grecolatina, festejan las tradiciones de otras culturas y destacan las virtudes de otras naciones, pero no se permiten reconocer aquello que hace a EEUU singular y a la vez lo que aporta a Occidente y al mundo, lo que lo hace excepcional y digno de imitar. Se molestan con el nacionalismo y el patriotismo que exhibe Trump, e imponen una doble vara que exige a los americanos avergonzarse de su patria, mientras celebran el tránsito libre de ideas y virtudes de otras naciones y culturas.

Atacan a Trump por realizar un desfile militar que destaca a las fuerzas armadas de la Nación, por enarbolar con orgullo la bandera americana, por festejar con ahínco el Día del Veterano y ser el primer presidente que acepta una invitación para participar de una parada de veteranos en la ciudad de New York. Honrar a los militares, a los policías, a los bomberos y a otras fuerzas de seguridad es visto como si se tratara de la conformación de un régimen autoritario, dictatorial, tiránico o totalitario. Se abusa de la hipérbole al representar a Trump cual si fuera la encarnación del Diablo o la reencarnación de Hitler.

Mantener a los americanos avergonzados de su patria, confundidos y desinformados respecto a la grandeza y a las aportaciones de su nación, no es una acción realizada por quienes se preocupan por el bienestar del pueblo americano. No solo perjudica a quienes residen en la primera nación moderna, la primera república y nación liberal clásica del mundo, también se lleva en la red a todos los que se benefician de la defensa de la libertad individual, de la lucha contra los autoritarismos y de la promoción de valores libertarios y liberales en su sentido clásico. EEUU sobrevivió y combatió al nazismo, al comunismo, a los totalitarismos, a los absolutismos, al terrorismo y a otras amenazas. Hoy día, enfrenta a terroristas del mundo del narcotráfico y del islamismo radical. Es una fuerza global importante aliada a todos los pueblos que luchan contra cualquier sistema autoritario.

Muchos dan por sentado los derechos de los que gozan en EEUU, sin entender que lo que viven no se sostiene sin una vigilancia y defensa constante. Por esto, Trump defiende el derecho a la Segunda Enmienda a la Constitución, el derecho a poseer, portar y almacenar armas de fuego. También, promueve el orgullo patrio y honra a los veteranos. Elige a jueces originalistas que interpretan la Constitución según la intención original de los padres fundadores de la Nación. Defiende la soberanía de EEUU ante organismos supranacionales que intentan imponer impuestos globales y controlar la política pública de los países miembros. Renegocia acuerdos comerciales y negocia de forma bilateral para reducir el déficit comercial, reducir el gasto público y establecer acuerdos que sean de beneficio mutuo. Usa la fortaleza económica de América para presionar a sus enemigos sin entrar en guerras ni conflictos armados innecesarios. Realiza diversas acciones y decisiones que colocan a la nación que representa en posición de liderar y modelar sus virtudes y tradiciones.

Sentirse orgulloso de ser americano no es xenofobia, narcisismo ni chauvinismo. Es parte de una tradición grecolatina de poner a la patria primero y a instituciones básicas y medulares, como la familia. Reconocer la tradición e influencia judeocristiana, las aportaciones de Reino Unido, de Francia y de otros estados europeos, valorar la civilización Occidental y los principios de la modernidad no es inmoral, sino un deber. Para que el individuo sea la unidad básica de la sociedad americana y de otros países con tradición occidental se necesitó de las aportaciones de varias culturas y naciones. EEUU es la más reciente de una cadena de pueblos que contribuyeron a lo que hoy día demócratas tradicionales, republicanos, libertarios, constitucionalistas, entre otros defienden como el pan nuestro de cada día: su libertad y sus derechos individuales.

Quienes fustigan a Trump por promover el orgullo americano, atacan a toda una tradición, a Occidente, a diversos pueblos y naciones, algo que trasciende a los EEUU. América no es solo importante para los americanos, también lo es para quienes han hecho suya una tradición que posibilita vivir en libertad.

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