Trump no llevará a EEUU a otra guerra
Entre los tuits recientes del presidente de EEUU, Donald Trump, hay varios que tratan sobre el conflicto entre Turquía y el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK). Hay enfrentamientos armados entre ambas partes en Siria y en Irak. Trump es consciente de que EEUU es aliado de los turcos y los kurdos, y de que no tiene vela en ese entierro. Comparte un tuit en el que se señala que la administración de Barack Obama apoyó al PKK, alejó a Turquía y la acercó a Rusia. Este fue un error estratégico y geopolítico.
Obama hizo una movida que avivó las tensiones. Aliarse con el PKK no equivale a apoyar a los kurdos, necesariamente. Este Partido tiene un brazo político y uno militar, y es considerado una organización terrorista por parte de Turquía.
Para Trump, hay un dilema que no se debe resolver interviniendo militarmente ni arriesgando vidas americanas. EEUU tiene presencia en una base aérea de Turquía llamada Incirlik; este país es miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Por eso, Trump tuitea que no es posible atacar a Turquía desde esa base. Por otro lado, los kurdos recibieron asistencia de EEUU para combatir al Estado Islámico (ISIS) en Siria y en Irak. Trump les recuerda, a ambas partes, que EEUU cumplió su parte de acabar con ISIS.
Otro recordatorio que tuitea Trump es que hay combatientes de ISIS capturados por EEUU que Europa no quiere recibir, a pesar de que son ciudadanos de países de este continente. EEUU se queda con la carga de costear el proceso criminal y carcelario. Todo esto fortalece la postura de Trump sobre que las guerras y los conflictos armados representan un gasto público excesivo. Si no hay una amenaza real y directa contra EEUU, no conviene intervenir en el conflicto turco-kurdo.
La prioridad en materia de seguridad nacional es atender la competencia comercial con China, la carrera naval en el Pacífico y en el Ártico, y la carrera espacial. Proteger la frontera turco-siria es problema de los países involucrados. Eso no quiere decir que la administración Trump favorezca un “todo se vale” ni que otorgue un cheque en blanco al presidente turco Recep Tayyip Erdogan. De hecho, se reunirán en Casa Blanca, por invitación de Trump. Es probable que firmen un acuerdo. Sin embargo, Trump se reserva el derecho a sancionar económicamente a Turquía si incurre en cualquier exceso durante el conflicto armado. La administración Trump no niega el autoritarismo de Erdogan, pero sabe que no hay aliado perfecto ni enemigo absoluto. Por razones geopolíticas, no conviene alejar a Turquía ni forzar su acercamiento a Rusia.
En respuesta a una probable crítica de los kurdos, Trump tuitea que EEUU asignó fondos y armas para la lucha contra ISIS. Lucharon contra un enemigo común de todas las partes. ISIS era una amenaza para kurdos, sirios, irakíes, turcos, europeos, rusos, americanos, entre otros. Si bien es cierto que los kurdos pusieron muchas vidas y combatientes, los americanos costearon en gran medida esa lucha. No hay razón para argüir que EEUU está en deuda.
La ayuda de EEUU fue dirigida mayormente a las Unidades de Protección Popular (YPG), compuestas predominantemente por kurdos, que operan en el noreste de Siria. Estas unidades también tienen relación con un partido político, el Partido de la Unión Democrática (PYD).
En Oriente Medio hay muchos conflictos que involucran a partidos políticos con brazos armados. Por lo general, los partidos niegan que tengan un brazo armado para no admitir ni dar legitimidad a las acusaciones de terrorismo. Suelen ser partidos que representan a un sector étnico-lingüístico que no se siente representado por un estado y, por eso, persigue la creación de un estado nuevo. En este caso, el objetivo es crear un estado kurdo. Erdogan se resiste a que esto ocurra, pues es un líder autoritario, que quiere una Turquía fuerte y dominante en el mundo musulmán. No aceptará el surgimiento de un estado kurdo, por sus diferencias étnicas, lingüísticas y religiosas.
Hay kurdos que practican la religión sincrética yazidí y están dispersos entre cuatro estados: Turquía, Siria, Irak e Irán. La creación de un estado kurdo requeriría de un acuerdo entre varios estados de Oriente Medio cuya tradición religiosa es el Islam suní y chií. Esto es poco viable sin conflictos armados. Un estado kurdo podría repetir la experiencia del estado de Israel, un estado amenazado históricamente por sus vecinos. Los kurdos no son islamistas y, al igual que Israel, podrían combatir al extremismo islámico.
El presidente Trump se encuentra ante un dilema. Debe ser consecuente y coherente con su postura de no participar de guerras o conflictos armados que no tienen un fin determinado y que tienen un costo monetario y de vidas americanas. También, debe mantener la alianza con Turquía y con los kurdos. Su decisión de corte salomónico no le impedirá seguir de cerca el conflicto ni reunirse con las partes.
Inclinarse a favor de los kurdos en una guerra por proxy o directa, viabilizaría que Turquía haga alianza con Rusia, y quebraría la relación con EEUU. Asistir a los turcos se interpretaría como un ataque contra un aliado. Trump no se equivoca al afirmar que muchas de estas guerras o conflictos armados interminables son tribales. No es algo que se resolverá a corto ni a mediano plazo, ni se puede predecir cuándo se solucionará.