Los demócratas usan a Trump como chivo expiatorio
La presidenta de la Cámara de Representantes federal, Nancy Pelosi, anunció que iniciaría una investigación para juicio político contra el presidente de EEUU, Donald Trump. Sin embargo, no se realizó una votación en ningún comité ni se sesionó para ello; incluso, hay un receso de dos semanas en la Cámara Baja federal. Esto da a entender que no hay un genuino interés de residenciar (destituir) al Presidente, pues no hay evidencia sobre posibles delitos o violaciones éticas. Pelosi se negó a iniciar un juicio político cuando acusaban a Trump de un contubernio con el gobierno de Rusia. En esta ocasión, solo da la apariencia de favorecer el inicio de una investigación sobre el alegado contubernio entre Trump y el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski.
Pelosi sabe que su liderazgo pende de un hilo y que el ala socialista y radical del Partido Demócrata moviliza a muchos electores jóvenes. Trata de complacer a los enemigos acérrimos de Trump, a los radicales y a los congresistas asustados con las encuestas que ponen al Presidente como favorito para ser reelecto. Pero el tiro le puede salir por la culata.
El nombre del whistleblower (delator o informante), que supuestamente testificó que el presidente Trump presionó indebidamente al presidente de Ucrania, no fue revelado. Este informante no fue partícipe de la llamada telefónica entre Trump y Zelenski; su testimonio se basa en lo que alegadamente escuchó de terceros. Pero no queda claro si es un oficial de inteligencia que realizaba una investigación sobre el presidente Trump; es decir, que tal vez es un espía, lo cual implica una actividad ilícita contra el Presidente. Si es el caso, sería la segunda vez que oficiales de inteligencia realizan una investigación ilegal en contra de Trump; la primera fue la del alegado vínculo entre la campaña de Trump y el gobierno de Rusia, que inicia con una pesquisa y documentos falsos presentados ante un tribunal federal.
Si el informante no es un espía ni fue partícipe de la conversación, entonces no hay un testigo, sino un rumor de pasillo sin evidencia. En cambio, si es un oficial de inteligencia que espiaba al Presidente, a quienes hay que investigar es a quienes autorizaron tal investigación ilícita.
Otro que se arriesga a que el tiro le salga por la culata es el congresista demócrata Adam Schiff, quien preside la Comisión de Inteligencia de la Cámara Baja federal. Leyó una supuesta transcripción de la conversación telefónica de Trump y Zelenski, pero alteró el contenido para dar la apariencia de que el presidente de EEUU cometió traición, soborno del tipo quid pro quo (de un favor por otro) y delitos que pueden servir para iniciar un proceso de residenciamiento. Trump denunció esta acción frívola y libelosa vía Twitter.
La oficina del Inspector General de la Comunidad de Inteligencia atendió la queja del informante antes de leer la transcripción de la llamada telefónica de Trump-Zelenski. Esto muestra un sesgo y un juicio formado antes de conocer los hechos. De hecho, el informante presenta un problema de credibilidad, pues su abogado principal, Andrew Bakaj, es un donante de la campaña del precandidato presidencial demócrata Joe Biden.
Cada vez se hace más evidente que en Washington DC hay un deep state o un estado que opera trasbastidores y que gobierna sin ser electo. Trump no es un presidente con apoyo de las élites de ambos partidos de mayoría. Tiene enemigos poderosos en distintos flancos.
Esto de escupir contra el viento es la norma entre los demócratas. Biden necesita que se deje de hablar sobre los negocios de su hijo Hunter Biden con el sector energético de Ucrania y el sector bancario de China. Los negocios de Hunter ocurren cuando Biden era vicepresidente de EEUU y representaba a la administración Obama en ambos países. De hecho, Biden admitió públicamente que presionó al gobierno de Ucrania para que sacara a un fiscal que “casualmente” investigaba a Burisma Holdings, la corporación de la cual Hunter era miembro de la Junta de Directores. Aunque niega que lo hiciera para beneficiar a su hijo, es un hecho que el fiscal fue destituido a cambio de un préstamo de miles de millones de dólares de EEUU a Ucrania.
El circo mediático sobre la investigación para destituir a Trump es solo eso, un circo. El propósito es desviar la atención del conflicto de interés de los Biden. Frecuentemente, los demócratas desplazan culpas y se las achacan a Trump.
En este caso, no tienen caso. Pelosi solo calma a los demócratas que la presionan para que investigue a Trump, mientras se arriesga a que los electores se molesten con ella, por realizar un acto frívolo y poco ético. Tal vez logre que aumenten las donaciones de campaña al Partido Demócrata, pero no podrá evitar que pase lo mismo con Trump y los republicanos. Echarle tierra a los posibles delitos de Biden y fabricarle un caso a Trump es una repetición de la historia de Hillary versus Trump. Sabemos cuál fue el resultado en el 2016. No se espera que en el 2020 sea diferente.