“El Congreso de EEUU transfirió $92 mil millones y esos $92 mil millones están en manos de gente incompetente y gente muy corrupta, pero el Gobernador ha hecho una labor terrible…”. Con estas palabras el presidente de EEUU, Donald Trump, expuso el manejo irresponsable de fondos federales asignados para la recuperación de Puerto Rico luego del paso del huracán María. También, denunció la corrupción general y la incompetencia del gobernador de PR, Ricardo “Ricky” Rosselló. Realizó estas expresiones durante una conferencia de prensa en la Casa Blanca, el 22 de julio de 2019, mientras se reunía con el primer ministro de Pakistán, Imran Khan.
Trump comparó a “Ricky” con la alcaldesa de San Juan, Carmen Yulín Cruz, a la cual considera “horrible” y “sumamente incompetente”, porque no colaboró con los funcionarios federales durante la emergencia pos huracán María. Considera que el gobierno de PR “no es bueno”. No distingue entre funcionarios y políticos del Partido Nuevo Progresista (PNP) y del Partido Popular Democrático (PPD). Habla a modo general de la incompetencia y de la corrupción en la Isla. Se enfoca en las dos figuras mediáticas que compiten en los foros de la Nación, “Ricky” y Yulín, el gobernador de PR y la alcaldesa de San Juan.
El hecho de que el Presidente piense que los “líderes” de PR son incompetentes implica que no hay confianza en el Gobierno, que hay un déficit de credibilidad y que toda vez que se soliciten fondos federales adicionales, si es que se asignan, el rigor será mayor. No es sorpresa que la Casa Blanca considere designar a un coordinador para la supervisión de los fondos de recuperación. Esta propuesta la presentó Trump hace varios meses, pero el Gobernador se opuso.
La opinión pública no está del lado de “Ricky” y las investigaciones federales sobre corrupción gubernamental tienen en jaque a la administración estatal y del municipio de San Juan. Si el Presidente y el Congreso quieren, pueden cambiar las reglas de juego respecto al modo de desembolsar fondos asignados a PR. La jugada que “Ricky” y Yulín hicieron, de demonizar a Trump y de responsabilizarlo por la ineficiencia en la reconstrucción y recuperación de PR, resultó en una derrota humillante. El primero está a punto de mate, de que renuncie o lo residencien. Yulín tampoco está bien parada. Para “Ricky” el juego político se acabó, mientras que para Yulín, está por verse en la primaria del PPD.
Todavía no hay un líder, del PNP o del PPD, que mejore las relaciones con Washington, DC. Las protestas para solicitar la renuncia a “Ricky” tienen alcance internacional y revelan el problema de cleptocracia (gobierno de corruptos) y kakistocracia (gobierno de ineptos o incompetentes). Ni un partido ni el otro tienen un marco socioeconómico y ético-moral claro; tampoco tienen líderes que gocen de credibilidad, prestigio y que brinden armonía. Ambos partidos están en decadencia, pero hasta la fecha no surgen partidos que compitan y que brinden un enfoque distinto al escenario político.
Los alcaldes y legisladores del PNP le ganan tiempo al Gobernador, negociaron un proceso de residenciamiento lento a cambio de la renuncia de “Ricky” a la presidencia del Partido y a la candidatura para la reelección. Sin embargo, este acuerdo interno no compromete a los ciudadanos que se manifiestan ni a ninguno de los sectores que le pide la renuncia. Puesto que cada día de protesta representa pérdidas millonarias para la economía de PR y de San Juan, “Ricky” y Yulín estarán bajo constante presión.
Por otra parte, el PPD tiene muchos precandidatos para gobernador, pero ni uno tiene liderazgo y apoyo significativo. Nadie tiene un apoyo que sobrepase el 40%. Al igual que en las elecciones generales, que el gobernador puede ser electo con menos del 50%, por pluralismo, al interior de los partidos no hay líderes dominantes.
Cuando “Ricky” arguye que fue electo democráticamente, por el “Pueblo”, habla técnicamente, pero en la práctica obtuvo menos del 42%, pues la participación electoral se redujo y no es meramente por la merma poblacional. El apoyo real del Gobernador es insignificante y pone en tela de juicio el sistema político electoral de PR. Este sistema pluralista tiene una deficiencia democrática.
La deficiencia democrática va atada al deterioro de los partidos y a la falta de representación de ideas que atiendan los problemas fiscales, económicos y sociomorales de PR. No hay partidos conservadores fiscales ni liberales clásicos ni a favor de contrarrestar la cleptocracia. Todos operan como si fueran un solo partido pro estatus quo y en resistencia contra todo intento de reforma. Se oponen al unísono a las decisiones de la Junta de Supervisión Fiscal (JSF), pero le sacan el jugo a la reestructuración y a la moratoria al pago de la deuda.
Hay un doble discurso que se ajusta a la conveniencia política, de intereses personales y partidistas. Por ejemplo, Thomas Rivera Schatz, presidente del Senado de PR y actual presidente del PNP, defiende la autonomía del Estado Libre Asociado de PR cuando ataca a la JSF, pero invoca el discurso de la “colonia” cuando habla sobre el estatus ante estadistas (estadoistas). Otro caso es el de Yulín que favorece la independencia, aunque pertenece a un partido autonomista pro estatus actual (ELA), pero viaja frecuentemente a DC para cabildear por más fondos federales y para propagar su versión del “Lamento Borincano” y de “Lágrimas de Cocodrilo” con una queja sobre el supuesto trato a los ciudadanos americanos residentes en PR como “ciudadanos de segunda clase”.
Aunque los políticos independentistas, autonomistas y estadistas afirmen que hay un trato “desigual” hacia los residentes de PR, no pueden librarse del mote de irresponsables e incompetentes. Sus partidos colapsan. El Partido Independentista Puertorriqueño (PIP) lleva varios cuatrienios consecutivos sin quedar inscrito en las elecciones generales. Sin embargo, los partidos emergentes tampoco logran quedar inscritos ni aumentar su base de electores.
Hay un problema político que no se reduce al estatus. Los señalamientos de Trump sobre la incompetencia y la corrupción general son compartidos por muchas personas en PR, incluso por sus detractores. Bajo cualquier estatus político, incluyendo el ELA, los puertorriqueños tendrán que madurar políticamente, moralmente y en materia económica si quieren una genuina recuperación posMaría, pos”Ricky”, posYulín, poscleptocracia, poskakistocracia y pos todo aquello que impide una verdadera autonomía. Le toca a los puertorriqueños repensarse y reorganizarse sin negaciones y sin desplazar la culpa y la responsabilidad.