Trump no es un guerrerista
Ni en Corea del Norte ni en Irán ni en Venezuela hubo guerra en tiempos de Trump. Ordenó retirar las tropas americanas apostadas en Siria. Solo intervendría en Venezuela multilateralmente y por solicitud de la Asamblea Nacional de dicho país. Derrotó al Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) en colaboración con las fuerzas rusas, sirias y de países aliados. Logró acercar a las coreas, al punto de que se firmó la Declaración de Panmunjom, que culminó con la actividad militar fronteriza y encaminó la paz en la Península de Corea. Usó una retórica fuerte y sanciones económicas contra Corea del Norte, Irán y Venezuela, sin excesos y con disposición a negociar (con Corea del Norte), renegociar (con Irán) y volver al orden constitucional (en Venezuela). Sancionó a Rusia sin romper relaciones. Además, su estrategia para poner a China a raya opera con movidas de corte económico que viabilicen una negociación exitosa.
Lo que reportan medios como CNN sobre que la administración Trump quiere intervenir militarmente en Irán para provocar un cambio de régimen, no se sostiene. Es una repetición de la propaganda del régimen iraní y del discurso trillado que utilizan otras tiranías como la cubana, la venezolana, entre otras. Consistentemente, Trump ha defendido el no exponer vidas de militares americanos, no generar gasto militar innecesario y no promover guerras con el propósito de derrocar regímenes. Para el presidente de EEUU, el objetivo es renegociar un acuerdo nuclear con Irán que incluya acabar con el programa balístico de misiles intercontinentales que desarrolla el régimen iraní.
El ministro de relaciones exteriores de Irán, Javad Zarif, reconoce que su país desarrolla misiles capaces de salir al espacio, pero indica que es con fines de colocar satélites y no con un propósito militar de armar una ojiva nuclear en un misil intercontinental. Sin embargo, este tipo de tecnología le permitiría a Irán hacer lo que niega. ¿Por qué confiar en una tiranía que lidera al mundo en financiación de organizaciones terroristas islámicas y que amenaza frecuentemente a EEUU y a Israel?
Más peligroso que desarrollar tecnología nuclear con fines militares es lograr el peritaje para lanzar un misil que pueda salir al espacio y reingresar a la Tierra. Esto es precisamente lo que intenta Irán, pero con la máscara de un acuerdo nuclear que le permita lograrlo sin que sea evidente. La administración Obama aceptó que Irán desarrollara tecnología de este tipo, siempre y cuando fuera con fines no militares y no se colocara una cabeza nuclear en un misil. Es una postura ingenua. El Plan de Acción Conjunto y Completo (JCPOA, por sus siglas en inglés) o, como se le llama comúnmente, Acuerdo nuclear con Irán, no impide que el régimen iraní enriquezca uranio, pero establece límites y objetivos para su uso, y no prohíbe tener áreas de lanzamiento de misiles de largo alcance que salgan al espacio.
Trump considera que esta es una forma de posibilitar el desarrollo de armas nucleares y de un programa balístico intercontinental. No ser ingenuo no lo hace un guerrerista. Por eso, presiona con sanciones económicas e invita a una renegociación. Zarif considera que retirar a EEUU del Acuerdo le resta credibilidad y que la administración Trump envía un mensaje de que no se puede confiar en la palabra de un presidente americano. Pero, un acuerdo no es un tratado, el JCPOA no fue refrendado por el Congreso, y el riesgo de que se inicie una carrera armamentista nuclear es real.
Arabia Saudí amenaza con crear un programa nuclear con fines militares si Irán no es controlado. Es lo mismo que indicó Japón respecto a Corea del Norte cuando el máximo líder norcoreano, Kim Jong-un, realizó una prueba balística cuyo misil sobrevoló por el espacio aéreo japonés. Agraciadamente, luego de un fuerte intercambio retórico entre Kim y Trump, se inició un proceso de negociación para desnuclearizar a Corea del Norte a cambio de la eliminación de sanciones económicas y de garantías para la seguridad de Norcorea. Ese proceso tuvo dos cumbres entre Trump (EEUU) y Kim (Corea del Norte) y se evalúa la realización de una tercera.
El presidente Trump no peca de ingenuo en la negociación. El asesor en seguridad nacional de EEUU, John Bolton, expresó que Trump no quiere que se repita el juego al que están acostumbrados los Kim (abuelo, padre y ahora el hijo) de negociar acuerdos engañosos que permitan una liberación parcial de las sanciones económicas a cambio de concesiones que no desnuclearizarían por completo a la Península de Corea.
Es un hecho que Trump no ordenó derrocar al presidente sirio, Bashar al-Ásad, y que no se dejó presionar por los sectores demócratas y republicanos que querían un cambio de régimen. Cumplió su promesa de campaña y mantuvo su postura crítica a las intervenciones militares. Una vez logró derrotar al califato de ISIS, ordenó la retirada de las tropas americanas, a pesar de las críticas que recibió por tomar esta decisión.
En una entrevista que realizó un comentarista político de Fox News, Steve Hilton, Trump indicó que el “complejo industrial-militar” de EEUU presiona para que haya guerras. Es probablemente el único presidente de EEUU que ha hecho está crítica abiertamente. A Trump no le deben achacar ser un guerrerista, pues se opuso a la reanudación de la Guerra de Irak y se esfuerza por buscar soluciones negociadas.
Su acercamiento a la injerencia rusa en Ucrania y a la construcción de islas artificiales que realiza China en el Pacífico, no consiste en azuzar un conflicto armado, sino en presionar (a Rusia) con sanciones económicas y aumentos en los aranceles (a China). Lejos de promover guerras o conflictos armados, es consciente que se logra más en el plano económico. Por esto, incluye en sus conversaciones comerciales con China el asunto del espionaje y el robo de propiedad intelectual, entre otros asuntos relacionados a temas de seguridad nacional, regional e internacional. Pero, el abordaje no es militar. Sabe que EEUU tiene un mercado importante y una influencia diplomática significativa (como primer potencia) que puede utilizar para forzar una negociación.