Puerto Rico es el balón político de los demagogos
Desde el paso del huracán María, Puerto Rico (PR) es el centro de atención de todo medio de prensa o político oportunista que quiere proyectar “empatía” para hacer relaciones públicas. Usan el desastre y las muertes para demonizar a sus adversarios políticos. Promueven una discusión sobre problemas secundarios y no sobre lo medular. Aparentan preocuparse por quién tiene la culpa o es responsable por las muertes indirectas asociadas al fenómeno atmosférico, pero no priorizan sobre cómo evitar que vuelva a suceder.
A veces el blanco de los ataques es el gobernador de PR, Ricardo Rosselló, y el gobierno estatal, pero en la mayoría de las ocasiones es el presidente de Estados Unidos (EEUU), Donald Trump, y el gobierno federal. Se realizan ataques frívolos que abusan de la hipérbole, como el insinuar que en PR hubo un genocidio o que se discrimina contra los puertorriqueños en la atención de desastres. No hay seriedad en los análisis, sino oportunismo político, doble vara, narrativas forzadas y un exceso de demagogia.
Los estudios realizados por universidades de EEUU con el propósito de contabilizar las defunciones y diagnosticar los problemas que pudieron provocarlas son utilizados para justificar un discurso sobre negligencia institucional y sobre supuestas acciones deliberadas. Hay omisiones en los reportajes noticiosos sobre las recomendaciones que se hacen en los estudios. El énfasis es en la cifra de muertes sin matizar causas ni cuáles fueron directas, indirectas o no asociadas.
Surgen controversias como la del agua embotellada almacenada en la antigua base naval Roosevelt Roads, en Ceiba. Especulan sin tener toda la información a la mano. Afirman que este caso es un ejemplo de negligencia que explica por qué murieron personas en los meses posteriores al paso del huracán María. Sin embargo, cuando se aclara la información, no dedican el mismo tiempo para reportarlo. Resultó ser un excedente de agua que se almacenó en Ceiba para evitar gasto innecesario en el alquiler de un almacén cerrado. Para entonces, la emergencia había culminado. El agua se distribuyó de acuerdo a las solicitudes hechas por los municipios y se detuvo el proceso cuando dejó de ser potable. Por definición, un excedente supone que es agua embotellada en exceso. Quiere decir que los que afirman que el gobierno federal no envió ayuda suficiente se equivocan.
Hubo otra controversia por unas expresiones de Trump sobre su gestión en PR. Las realizó mediante la red social Twitter en medio de avisos de huracán para el estado de Carolina del Norte. Cada vez que se avecina un fenómeno atmosférico, reviven la controversia sobre PR. El diario Washington Post llegó al punto de publicar un artículo de opinión con un titular que responsabiliza a Trump por la formación de huracanes: Another hurricane is about to batter our coast. Trump is complicit. El titular sugiere que Trump es cómplice, por no contrarrestar al cambio climático antropogénico. Este estilo de narrativa fantasiosa, exagerada, acientífica y frívola sirve para sacar punta al tema de PR. Si Trump es responsable por la formación de huracanes, lo es también por la formación del huracán María.
El absurdo domina los juegos retóricos antiTrump y no parece tener límites ni importarle la lógica, la racionalidad, la prudencia, los datos ni los hechos. Se omite que la administración Trump calendarizó su visita a PR luego del paso del huracán Irma y se pospuso para luego del paso del huracán María. El Gobernador fue recibido en la Casa Blanca como un jefe de Estado. Los jefes de agencias federales visitaron a PR y anunciaron asignaciones de fondos que quiebran récords históricos. Nada de eso se destaca.
Lo que sí publican en la prensa es que Trump dijo lo que le reportó el gobierno de PR durante su visita, que oficialmente murieron 64 personas por el efecto directo del huracán María. Esto provocó a quienes recurren a la falsa indignación para mostrarse ofendidos por los hechos. Es cierto que esta fue la cifra reportada al Presidente. También es cierto que con los protocolos existentes y las condiciones de emergencia no era posible establecer una cantidad precisa de muertes indirectas. Lo prudente y razonable era esperar. Luego se podía ordenar estudios, aprender y no repetir cualquier error. Pero pesa más la política electoral que la genuina preocupación por el bienestar de los residentes de PR.
Trump también puso en duda los resultados de estudios que presentan resultados variados e inconsistentes. Las metodologías de estos estudios varían y no han sido utilizadas en casos anteriores. El Presidente considera que hay una agenda partidista detrás de los reportes que persiguen una cantidad de defunciones lo más alta posible. Políticos demócratas y antiTrump aprovechan la situación para explotar las cifras. Juegan con los números 4645, 3000, entre otros, como si se tratara del pega cuatro.
Pero, lo más que “indignó”, irónicamente, a los detractores de Trump fue que dijera que PR tiene uno de los gobiernos más corruptos del País (EEUU). Algo que suelen repetir los analistas, comentaristas, activistas, figuras públicas y la población en general de PR se volvió una controversia. En medio de señalamientos de corrupción y de anuncios sobre las gestiones federales para someter cargos criminales contra políticos corruptos, muchos se hacen los tontos, modifican su discurso y atacan a Trump, por decir la verdad. Si Trump lo dice, deja de ser cierto, porque la prioridad son las elecciones de medio término en EEUU y los fondos de donaciones político electorales que puedan recibir quienes jueguen a la falsa indignación.
Sin embargo, el tiro les salió por la culata, porque en las redes sociales la tendencia es darle la razón a Trump en este punto: en PR hay gobiernos corruptos. En la competencia de odiados, detestan más a sus políticos, pues en el fondo, la política es local y los que enfrentarán el voto de castigo de los electores de PR serán los políticos del patio. La credibilidad de alcaldes, legisladores, gobernadores, secretarios de agencias, entre otros funcionarios públicos está por el suelo.
Los funcionarios de PR por más que desplacen responsabilidades y culpas, busquen donaciones de los demócratas en EEUU y pinten a Trump como el villano de la película, tendrán que dar cara. No he dicho nombre de ninguno ni he mencionado partidos locales; a quien le quepa el sayo, que se lo ponga.
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