Los dictadores saben que palo trepan
Los estados con regímenes dictatoriales no tienen carta blanca para hacer lo que quieran en tiempos de Trump. Barack Obama operó con la doctrina de liderar desde la retaguardia y negociar sin precondiciones; dejó que las dictaduras se reorganizaran y recuperaran económicamente. Esta no es la práctica de la administración actual.
Cuba y Estados Unidos (EEUU) reanudaron relaciones diplomáticas en un momento crítico para la dictadura cubana. Obama le hizo un favor a los Castro, higienizó la imagen de la dictadura, ayudó a construir un mito sobre supuesta democracia y cambio, y abrió el mercado americano a los cubanos. El presidente de EEUU, Donald Trump, se dio cuenta de esta movida y del mal negocio que representa.
No hubo ganancia significativa ni se contrarrestó el autoritarismo. Los Castro prepararon el terreno para un cambio de presidente que no tiene un efecto real sobre el mando y el control del Estado. Raúl Castro sigue como primer secretario del Partido Comunista de Cuba y es quien controla a las Fuerzas Armadas Revolucionarias. Por esto, las relaciones con EEUU se enfriaron y Trump insiste en renegociar los acuerdos a los que llegó Obama. Con Trump, se negocia con condiciones.
La dictadura socialista cubana provocó que las relaciones con EEUU empeoraran. Se alega que usó un arma de sonido contra 22 diplomáticos americanos que laboran en la embajada de EEUU. Poco a poco se revierte la apertura diplomática.
Para Trump, en Cuba hay una dictadura. A diferencia de Obama, no niega la realidad ni trata de aparentar que los cubanos de a pie viven en libertad.
Otra dictadura a la que Trump no le dio espacio para reorganizarse económicamente es la de Corea del Norte. El máximo líder norcoreano, Kim Jong-un, trató de usar la extorsión, como lo hizo su abuelo, Kim Il-sung, y su padre, Kim Jong-il, para conseguir financiación y liquidez que le diera vida al régimen. En esta ocasión, Trump lideró una política de sanciones económicas severas con el apoyo de Rusia y China.
La efectividad de las sanciones se muestra en las conversaciones que comenzaron para el desarme nuclear de Corea del Norte. El nominado por Trump para secretario de Estado de EEUU, “Mike” Pompeo, se reunió con Kim en Norcorea. Se espera que Trump haga lo mismo en mayo.
Lejos de provocar una guerra, la presión que ejerció Trump posibilitó una negociación histórica. Las condiciones que pone Kim para la desnuclearización son viables; hay espacio para una negociación que de fin a la amenaza nuclear. Sin todavía negociar, Kim ordenó detener todas las pruebas con armas nucleares.
El caso del régimen de Bashar al-Ásad protagonizó la controversia más reciente sobre la posibilidad de una guerra entre potencias nucleares. A Trump lo demonizaron por hacer valer la línea roja que trazó sobre no permitir el uso de armas químicas. Rusia no respondió al ataque que ordenó EEUU, Reino Unido y Francia contra tres objetivos militares sirios que servían para almacenar y producir armas químicas. El mensaje de Trump fue claro y no dio espacio para juegos retóricos ni para la extorsión. Ásad debe asegurarse de que no se utilicen armas químicas.
Nicolás Maduro comienza a sentir la presión de las sanciones económicas que EEUU impuso. Hay un llamado por parte de los líderes de la oposición venezolana para incrementar las sanciones. Maduro trató de legitimarse en el poder con un acuerdo engañoso que no fue avalado por la oposición; también, intentó reunirse con Trump. La respuesta del presidente de EEUU fue que no se reuniría hasta que Venezuela vuelva al orden constitucional. Trump le llamó dictador a Maduro y denunció la violación de derechos humanos en su primer mensaje ante la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU).
El régimen teocrático de Irán está bajo la mirilla de EEUU. Trump considera que el acuerdo nuclear al cual llegó Obama es engañoso y que solo sirve para darle un respiro que permita una recuperación económica. Debe renegociarse.
Trump se opuso al acuerdo nuclear en el 2015, cuando se realizó el cabildeo en el Congreso y la discusión acaparó la atención mediática. Advirtió que era un acuerdo inefectivo que no detendría el programa iraní para el desarrollo de armas nucleares.
El régimen de Irán no es de fiar, pues financia a organizaciones terroristas islámicas, no reconoce el derecho a existir del estado de Israel y considera a EEUU su enemigo. Esto motivó a que Trump incluyera a Irán en la prohibición para que ciudadanos de estados promotores de terrorismo no tengan entrada a EEUU.
Hay que aprovechar los puntos débiles del régimen iraní. Las protestas recientes contra el sistema teocrático son un ejemplo de que comienza a debilitarse políticamente y de que no aguantará ante sanciones económicas severas.
El presidente de EEUU se caracteriza por renegociar acuerdos en los que no hay ganancia. Las dictaduras suelen ganar tiempo, usar la extorsión y buscar la forma de sostenerse económicamente. Muchas recurren al narcotráfico, al terrorismo y al desarrollo de armas nucleares. Trump no considera que se deba ir con paños tibios; tampoco es un guerrerista. Recurre a la presión económica con apoyo internacional, mantiene una retórica de denuncia abierta contra las dictaduras que representan una amenaza regional o contra EEUU, y se abre a procesos de negociación que impliquen logros reales.
Como mínimo, logra contrarrestar a los narcoestados, al terrorismo islámico y al desarrollo de armas nucleares. En cuanto a la defensa de los derechos humanos y de la libertad individual, posibilita que los grupos internos debiliten a los regímenes dictatoriales. Al menos en Cuba, Venezuela e Irán, se ve cada vez más oposición interna. Corea del Norte y Siria son casos aparte en los que la libertad de los individuos y las garantías de respeto a los derechos humanos podrían tardar mucho más. Sin embargo, evitar la proliferación de armas nucleares y químicas no es poca cosa.