Al presidente de Estados Unidos (EEUU), Donald Trump, lo demonizan por todo. Trataron de vincularlo con el gobierno de Rusia, pero fracasaron. Luego lo atacaron por sus prácticas sexuales, como la supuesta relación sexual con la actriz porno, Stormy Daniels. Como no hallaron causa para destituirlo, persiguen a las redes sociales y a las compañías que de algún modo contribuyeron a su victoria electoral.
A la red social Facebook la convirtieron en el nuevo foco para los ataques político partidistas y antiTrump. Se fabricó la controversia de Cambridge Analytica, una compañía británica que recopila y analiza datos para diseñar estrategias de comunicación con fines electorales. Como la compañía tuvo vínculos con la campaña electoral de Trump y alegadamente usó datos obtenidos vía Facebook, a los congresistas demócratas y never trumpers les pareció conveniente hacer unas vistas en comités del Congreso para interrogar al fundador, presidente y director general de Facebook, Mark Zuckerberg.
El objetivo, supuestamente, es conocer en qué “falló” la red social al permitir que se filtrara información personal de los usuarios. Aparentemente, al Congreso le importa la seguridad en el manejo de la información personal y la protección de la privacidad. Sin embargo, las preguntas de los congresistas no se limitaron a este asunto.
Llevaron el interrogatorio como si Zuckerberg fuera un acusado y como si estuviera bajo juramento. El ambiente parecía al de una investigación para recopilar información con el propósito de someter cargos. No queda claro si el Congreso persigue legislar para regular a las redes sociales. Si fuera el caso, hay un riesgo de que atente contra la libertad de expresión. Lo que sí fue notable es que los congresistas presionaron a Zuckerberg para que se disculpara y realizara cambios en el modo en que se maneja la información personal y se protege la privacidad de los usuarios.
En las vistas de la Cámara y del Senado federal se habló sobre los fake news o notas de prensa falsas, sobre la censura a grupos y personalidades conservadoras, sobre el hate speech o discurso de odio, sobre la promoción de la violencia y la pornografía, sobre la supuesta injerencia rusa en las redes sociales, sobre la privacidad y la seguridad de la información personal, entre otros asuntos.
Cada congresista presentó sus preocupaciones e insatisfacciones con la red social Facebook, de acuerdo a cómo perjudica al sector ideológico que representa o de acuerdo a su experiencia con el uso de la red.
En respuesta a la presión que recibió, Facebook informa a sus usuarios que la aplicación This Is Your Digital Life pudo compartir información con Cambridge Analytica. Es curioso que el enfoque es solo en este caso, por tener algún vínculo con la campaña de Trump, pero se omite que es una práctica común el obtener información de Facebook para intentar cambiar la opinión de sus usuarios respecto a asuntos electorales, comerciales o de otro tipo. La campaña de Obama lo hizo en el 2012.
Los usuarios que tomaron la prueba de personalidad (quiz) de This Is Your Digital Life ofrecieron sus datos voluntariamente, como lo hicieron cuando abrieron su cuenta de Facebook o en cualquier otra red social. Constantemente, los usuarios de redes sociales realizan quizzess, acceden a aplicaciones de juegos, entre otras aplicaciones que le piden información personal.
La paranoia que se promueve con la controversia sobre privacidad y seguridad de la información en las redes omite que los usuarios se autocarpetean, exponen su biografía, comunican sus prácticas cotidianas y sacan beneficios diversos con el uso de Facebook, Twitter, Instagram, Youtube o cualquier otra red social.
Hoy día, estamos expuestos en la esfera pública virtual, de modo voluntario, y gozamos mientras lo hacemos. No es traumático ni doloroso ni hay una entidad gubernamental que nos obliga a compartir nuestras vidas en las redes sociales.
Estamos conectados globalmente, mediante una red que posibilita la injerencia de estados y corporaciones de todo el mundo. Pretender pureza y control de cada variable que pueda afectar la privacidad o la información lo que haría es limitar el uso de las redes. Nos guste o no, mientras operemos en las redes, estaremos expuestos a que otros influyan con sus ideas. Cada cual decide si le interesa o no “x” nota de prensa, página, grupo, quiz, juego, aplicación o si comparte o no una foto o cualquier otro tipo de imagen o información.
Otro asunto que preocupa, mayormente a congresistas republicanos, es el de la censura. Si bien es cierto que hay conservadores y seguidores de Trump que son censurados, como es el caso de Diamond and Silk en Youtube y Facebook, o el caso de Milo Yiannopoulos en Twitter, también logran contrarrestar la censura con el uso de la misma red social y pueden dar la pelea expresando su descontento y organizando a sus seguidores. Hay que reconocer que el éxito de Trump en Twitter es prueba de que con o sin censura, las redes sociales son útiles a todos los bandos. Siempre está la alternativa de escoger cuáles redes sociales utilizar y la posibilidad de crear nuevas redes.
Aunque Facebook parece tener un monopolio, hay muchas redes sociales en competencia y es posible que sea desplazada en el futuro o que su éxito se mantenga si es efectiva con sus reformas y actualizaciones.
Por más que nos quejemos de los fake news, de los riesgos a la privacidad y a la seguridad de la información, de la censura, del discurso de odio, de la promoción de la violencia o de la injerencia de otros estados en las redes sociales, no conviene que el Congreso ni el Ejecutivo intervenga y regule la libertad de expresión. El remedio puede ser peor que la enfermedad.