La economía tipo ‘trickle down’ funciona
Inmediatamente después del anuncio de la aprobación de la reforma contributiva federal varias corporaciones informaron que otorgarían bonos a sus empleados y que aumentarían su inversión. Uno de los objetivos de la Reforma se puso aprueba y se demostró que si se reducen los impuestos a las corporaciones, se potencia la inversión y la creación de empleos.
Sin necesidad de legislar para aumentar el mínimo salarial federal, la Wells Fargo decidió aumentar el mínimo salarial a $15. Otra institución financiera, el Fifth Third Bank, tomó una decisión similar. La economía se autoregula.
Los opositores a la economía tipo trickle down o economía que genera riquezas de arriba hacia abajo consideran que solo los ricos se benefician de la reducción de impuestos. Parten de un discurso de izquierda que desconfía y percibe a los potenciales inversionistas como avaros. Prefieren redistribuir las riquezas con control del Estado mediante impuestos y legislación.
El control estatal excesivo de la economía demostró ser ineficiente, porque limita el desarrollo económico. Cobrar más impuestos para dar control al Gobierno sirve más al potencial corrupto que a los emprendedores. Es mejor viabilizar la iniciativa privada para fomentar la innovación, la inversión y la movilización de capital, que poner los recursos en manos del Gobierno.
Tardó más de tres décadas aprobar una reforma contributiva federal. La movida del presidente de Estados Unidos (EEUU), Donald Trump, forma parte de su compromiso de campaña y de su programa de gobierno. No fue una propuesta improvisada ni como algunos críticos dicen, con intereses en conflicto.
Si bien es cierto que las corporaciones asociadas a Trump se benefician, también lo es que el propósito es repatriar ganancias y aumentar la inversión en jurisdicciones americanas. Los emprendedores que operan en EEUU son parte de la Nación y su éxito beneficia a los americanos. La creación de empleos beneficiará a muchos residentes de EEUU.
Los republicanos votaron por una reforma contributiva que cumple con los principios conservadores fiscales, pues se redujo el incremento de la deuda, y que sostiene los fundamentos del éxito económico e histórico de EEUU. No es la social democracia ni el socialismo del siglo XXI ni siquiera el keynesianismo lo que caracteriza a la Nación. El corporativismo o el privilegiar a corporaciones con fondos públicos, tampoco. Lo más cercano al estilo y modelaje americano es lo que se aproxime a un mercado libre y competitivo.
Otros críticos libertarios, pro libre mercado, dirán que la reforma contributiva actual no es tan libre, porque privilegia a las corporaciones domésticas. No se debe perder de perspectiva que la competencia libre internacional requiere de que otros estados jueguen bajo las mismas reglas. Si otros países privilegian a sus corporaciones y limitan a las corporaciones foráneas, y si el costo de producción en otros países es menor que en EEUU, lo conveniente y astuto es que se creen condiciones favorables para las corporaciones domésticas.
Para Trump, se trata de levantar a EEUU, como lo indica el eslogan Make America Great Again. Los tratados de libre comercio multilaterales no son tan libres cuando se compara país por país. Por eso Trump prefiere acuerdos bilaterales y evaluar caso por caso. EEUU debe ser siempre primero.
No es “chauvinismo económico”, sino ser realista, pragmático y velar por el interés y el bienestar propio.