Trump persigue negociar con Cuba
El disidente cubano Guillermo Fariñas indica en su cuenta de Twitter que el presidente de Cuba, Raúl Castro, se encuentra en una sala de terapia intensiva. El Gobierno no confirma ni niega este reporte. Sea cierto o no, el Partido Comunista de Cuba (PCC) se prepara para una sucesión del mando. Se calendarizó un cambio de presidente para el 24 de febrero de 2018, aunque se espera que Castro permanezca como primer secretario del Comité Central del PCC, que es el puesto de mayor jerarquía en Cuba. Este cambio coincide con el primer año de la presidencia de Donald Trump.
Para el Presidente de Estados Unidos (EEUU) se debe revisar la relación con Cuba y los entendidos a los cuales llegó el expresidente, Barack Obama. Ya dio el primer paso al anunciar que se limitarán los viajes turísticos y de negocios a Cuba y las relaciones comerciales como en los tiempos del embargo. Sin embargo, mantendrá relaciones diplomáticas, las embajadas y otros intercambios en materia de educación y salud.
Esta decisión se debe a que Obama y Castro no negociaron. El gobierno de EEUU no pidió nada a cambio de la apertura en las relaciones entre Cuba y EEUU. Trump, a diferencia de Obama, entiende que negociar sin precondiciones no es negociar y que en toda negociación se da algo a cambio de algo. El nuevo embargo no es una violación a un tratado o acuerdo ni una falta de palabra de parte de EEUU, sino un mecanismo de presión para que el gobierno cubano ceda y conceda libertades individuales y derechos democráticos.
El senador de EEUU de ascendencia cubana, Marco Rubio, es uno de los que abogó por la política actual del Presidente. A Trump le conviene complacer a los disidentes cubanos que votan en el estado de Florida. No se trata solo de una movida de relaciones públicas y político electoral, pues Trump se comprometió a revisar los acuerdos a los cuales llegó Obama. La práctica de renunciar al liderazgo mundial de EEUU y de liderar desde la retaguardia acabó.
Trump quiere una verdadera negociación, por eso mantiene las relaciones diplomáticas. El nuevo embargo sirve como una forma de presión para negociar con el “nuevo” liderazgo cubano.
El hecho de que se mantenga la eliminación de la política de “pies secos, pies mojados” indica que Trump no revierte toda decisión que haya hecho Obama. Por un lado, es consistente con su política de inmigración, que consiste en tener mayores controles migratorios y, por el otro, no da espacio a quienes arguyen que permitir la entrada de inmigrantes cubanos que huyen de la dictadura sirve como una válvula de escape. La dictadura cubana enfrentará a los disidentes que residen en Cuba y tendrá que lidiar con un embargo en plena crisis económica y fiscal.
Sin embargo, Cuba podría acudir a los limitados recursos de Venezuela para contrarrestar la nueva política americana. Es sabido que Cuba influye en la política y en las decisiones comerciales de Venezuela, además de que tiene influencia sobre el mando militar y sobre el presidente, Nicolás Maduro. Todavía Cuba recibe el barril de petróleo a bajo precio en perjuicio de los intereses y de la economía de Venezuela. De todos modos, con o sin el embargo, Cuba se aprovecha de los recursos venezolanos.
La nueva relación de Cuba y EEUU no es nueva si se considera que es similar a la que hubo antes de que Obama concediera a cambio de nada. No es intransigente, pues Trump invita a la negociación y mantiene las conversaciones. Como es su estilo, no recurre al political correctness; nombra a la dictadura cubana como lo que es, una dictadura.