Los números de muertos causados por el huracán Matthew alarman. Sobre 800 en Haití, 16 en Estados Unidos y cuatro en República Dominicana son las cifras dejadas por el ciclón.

Ahora, en Cuba, donde el huracán pegó directo en la punta oriental de la isla, una zona donde los niveles de pobreza son altos y la infraestructura débil, no se registró ni un fallecimiento. ¿Cómo fue eso posible?

La respuesta a esa pregunta se remite a dos conceptos: planificación y movilización.

No es casualidad que Cuba haya logrado que las muertes se hayan evitado. La experiencia con el huracán Sandy, que golpeó en el 2012 también el oriente, pero en una mayor extensión de terreno, causó la muerte a 11 personas y dejó cientos de heridos.

Desde entonces, el gobierno inició una intensa campaña bajo la premisa de que el objetivo principal en una emergencia como esta siempre será mantener la integridad de la vida humana.

Para ello, se activa un protocolo de emergencias en el cual los militares básicamente se hacen cargo del espectáculo y comienzan a movilizar la maquinaria con una precisión pasmosa para un país como Cuba, muy limitado en sus recursos.

Bajo la tutela del Ejército, se ponen en marcha los refugios, se movilizan los residentes de las zonas en peligro y se acumulan recursos en zonas seguras del área de emergencia, de modo que se pueda sobrevivir por al menos 10 días en caso de un escenario de incomunicación.

La clave de todo el entarimado está en que la movilización de los refugiados no es voluntaria. Si usted está en una zona que los militares entienden es de peligro, o se busca un lugar seguro o se va a un refugio, pero allí no se queda.

Claro, para que la gente reaccione necesita saber que su casa estará segura y que en el refugio tendrá las condiciones básicas para sobrevivir. La policía nacional se encarga de la seguridad y sus agentes son asignados a labores de protección, mientras en los refugios no falta comida, agua, cama, techo, servicios de salud y entretenimiento para los ciudadanos.

Hasta el transporte es facilitado a los posibles afectados, pues cada vehículo que pueda transportar seres humanos es utilizado para llevar gente a zonas seguras.

Los medidos de comunicación estatales juegan un rol vital en el asunto. Comienzan con la cantaleta de irse a zonas seguras y de los peligros de perder la vida. Es tan fuerte la cosa que hasta a mí, que no soy de aquí, se me pegaron ganas de meterme en uno de esos sitios preparados por el gobierno a ver qué tal.

Planificación y movilización, así es como lo logran. Claro, hay que sumar una pizca de imposición, porque sino fuera obligatorio, de seguro, la historia sería otra.