El Malecón: un aliciente mañanero
LA HABANA, Cuba.- A veces estar por estos lares puede sonar exótico, pero tiene su desventajas. Una de ellas son los ataques de nostalgia o melancolía, dependiendo como uno lo mire. En concreto, es cuando da eso que llamamos “homesick”.
Como todavía ando sin familia, pues es natural que esos arrebatos le den a uno y he encontrado en los paseos mañaneros por el Malecón ese aliciente para recargar baterías.
Este lugar es precioso. Me encanta y mucho.
Esta es una de las estructuras más imponentes e icónicas de la capital de Cuba. Su construcción fue iniciada, según el libro “Construcciones de La Habana”, en el 1901 por el General Wood, un estadounidense que llegó al país en la primera intervención de Estados Unidos en la isla provocada por la Guerra Hispanoamericana. Esta estructura es considerada el primer avance urbanístico y vial de gran escala en La Habana en tiempos modernos.
Todo el Malecón tiene una longitud de unos 10 kilómetros, que conectan a La Habana Vieja con el exclusivo barrio de Miramar, pasando en la ruta por el céntrico y popular sector de El Vedado, que es donde resido acá.
En el Malecón se da todo tipo cosas. Se usa para hacer ejercicios, sea caminando, corriendo o en bicicleta, que es lo que más disfruto, sobre todo, en las mañanas. Es un área espectacular para la pesca recreativa y su grueso borde sirve para sentarse relajadamente a conversar o meditar. El otro día vi una cosa media absurda, un conjunto de mariachis cubanos dando una serenata a una pareja cumpleañera.
Lo mejor de todo es que en El Malecón siempre hay gente, a todas horas, lo cual hace sentir a uno acompañado, además que suele ser muy seguro pues está bien resguardo y con cámaras por todas partes, pues por aquí cerca está la Embajada de Estados Unidos. Así que si viene por acá, salga del hotel y dese una caminata mañanera por el Malecón, no se arrepentirá.