En estos días leí sobre un estudio científico que confirma que la memoria perfecta es un mito. Pensé que era la mejor excusa para que mi gran amigo Ángel Antonio justificara sus injustificables “olvidos”.

Es que si alguna persona se escuda enque “las neuronas que le quedan” no rinden para mucho, ese es Toño. El muy manipulador, imita los ojitos de perrito de peluche disponibles en San Valentín para evitar reproches cuando al esposo se le olvida el aniversario de bodas.

Pero el estudio que dirigió Donna JoBridge, de la Escuela Feinberg de Medicina de la Universidad Northwestern, no se refería a esos olvidos ni a la vulgar memorización de datos.

La publicación del Journal of Neuroscience se circunscribió a los recuerdos que mi abuela materna llamaba “remembranzas”.

Según los científicos, la memoria humana “tiene un editor que nunca descansa”; y, que cada vez que se “visita” una experiencia del pasado, le añadimos fragmentos del presente y “cambiamos la película”. Más sencillo: que la memoria utiliza información nueva para reescribir el pasado.

“Las nuevas versiones de lo acontecido, editadas por la memoria, a su vez causan emociones que modifican nuevamente lo recordado, de manera que, en lo que a lo rememorado se refiere, no existe un vídeo original”.

El tema del cerebro como editor autónomo de recuerdos me parece apasionante. He escuchado a muchas personas decir que si la vida estuviera grabada en una película, ya hubieran “borrado la cinta” de recuerdos traumáticos. Otros, sencillamente niegan la admisión de hechos negativos para evadir eventos dolorosos.

Considero que atesorar todo tipo de recuerdos –buenos y no tan buenos- es saludable. Quiero aprender de las malas experiencias; que el cerebro no las edite. Por ejemplo, en el caso de un paciente que haya sufrido un trauma físico y se encuentre en proceso de terapias, creo que no debe olvidar cómo se encontraba al principio del primer ciclo de ejercicios. Sólo así, podría valorizar los adelantos que alcance según se intensifican los ejercicios.

Sin embargo, Joel Voss, coautor del estudio asegura que la memoria está diseñada para ayudarnos a tomar buenas decisiones en el momento presente, por lo que tiene que actualizarse. En el caso de las terapias, me imagino que querrá decir que para adelantar metas, no nos podemos congelar pensando en lo que no podíamos hacer.

“Hay que editar los recuerdos y pensar en nuevas metas según se vayan superando obstáculos”, le dije a Toño.

Una cosa no dicen los científicos: la Vida es sabrosa y hay que disfrutarla. Si para ello, a la memoria se antoja en hacer alguna edición de recuerdos, nos someteremos a la estrategia. Por mi parte, no voy a restarle seriedad a las investigaciones científicas, ni a la posibilidad de mejorar.