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¡Qué bueno es estar vivo!

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Felicidad_es!

Una de las grandes ventajas de la época navideña es la capacidad de provocar que desconocidos se saluden y se feliciten -espontáneamente y con genuina alegría- en casi todos los lugares públicos. Hasta el tropiezo accidental se perdona, y automáticamente se cruzan felicitaciones por Navidad, el Año Nuevo, el Día de Reyes, y las Octavitas.

Cuatro festejos por el precio de uno, y nadie pierde la sonrisa por el tropezón.

La excepción se da en los estacionamientos, donde la gente se faja hasta con insultos cuando va a toda prisa a hacer las compras de regalos, para–irónicamente-  repartir deseos de felicidad, paz, amor, prosperidad y bienestar. Pero esos son otros veinte pesos. De eso hablamos otro día.

Toño, mi amigo del alma, dice que la Navidad es mi época favorita porque me da luz verde para saludar indiscriminadamente -a troche y moche- a cuanto ser humano se me cruce en el camino. Es que para él, un “¡Felicidades!” fuera del contexto de los cumpleaños, implica una provocación indebida para conversaciones que interrumpen al que no pidió que le digan lo que la “felicidad_es”.

Sin embargo, las guirnaldas de lucecitas que adornan los lugares públicos parecen confabular contra los gruñones como mi amigo. ¿Será que emiten ondas especiales que bajan la intensidad de los “gruñinómetros”?

Eso parece ser, porque cuando salimos con nuestras respectivas familias, Toño es el más felicitado.

Aunque apenas hemos pasado las Octavitas, los adornos navideños desaparecieron de las tiendas para ser sustituidos  por los de San Valentín.  Para seguirla onda, me imagino que alguna gente saludará diciendo “¡Feliz Día de los Enamorados!”, o, “¡Feliz Día de la Amistad!”

No pienso caer en la trampita de los comercios y el consumismo desmadrado disfrazado de corazones plásticos y cupidos vintage. No voy a promocionar las ventas especiales del amor. Existe la probabilidad de que me cruce con otro Toño que me zampe una toñería.

Pero como no le tengo miedo a la alegría –ni es año de elecciones- seguiré hasta las próximas Navidades con mis “¡felicidades!” sin ton ni son. Es más, sin razón.

Si me preguntan, contestaré que “‘felicidad_es’ estar vivo, saludable y consciente del valor de la sonrisa que regalo, y aspiro a recibir con mi mejor cara, (que es la misma de siempre)”.

¡Felicidades!

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