Dicen que siempre hay una “primera vez” para todo: lo mismo para lo bueno, como para lo no tan bueno. Los comentarios, así como las críticas tienen su espacio, y su momento.

Pues hoy anuncio que me llegó el momento de pedir excusas públicas por la entrada de un blog que publiqué en este espacio hace muchos jueves.

Afortunadamente ese escrito se perdió en el hoyo negro espacial cibernético cuando los Duendes de la Redacción desaparecieron cientos de entradas de todos los blogueros. Los duendes aprovecharon un desliz de la plataforma digital de esta sección, y, ¡zas!

Estoy segura que nadie lo recuerda, y eso me alivia el peso del penoso arrepentimiento.

Se dice que lo publicado en Internet dura y perdura por los siglos de los siglos, pero ningún buscador encuentra el escrito que firmé burlándome de la cantidad de anuncios comerciales sobre las maravillas curativas de la moringa.

Guguleé, Bingoneé, Yahooleé, AOLeé, AltaVisteé y no lo encontreé.

Pero aquí lo trascendental es que hoy, a días de las primarias, pido el perdón de todos los moringueros del mundo.

Confieso públicamente que deseo con pasión y locura que se repita la hemorragia de anuncios de las moringas de la vida, así como los de pociones mágicas que curan el hongo en las uñas de los dedos de los pies.

Esos anuncios a la hora del desayuno –como los vimos por tantos años en un programa mañanero que ya no existe- son más simpáticos y verosímiles que los de las campañas políticas del proceso primarista que culmina el domingo.

¿Después del domingo?

Dios nos coja confesa’os porque lo que sigue son los anuncios de los candidatos de las elecciones generales… y ni con Moringa X-tra Strength se neutralizan.