Regala tiempo
Érase que era, un hombre muy ocupado y preocupado por su trabajo. Llegaba cansado de trabajar; pausaba para bañarse, y cenaba con la familia. Después del postre, ¡regresaba a la computadora! No era un mal hombre; ni siquiera un mal padre. Era, en suma, una persona con las prioridades de Vida trastocadas. Pero tal y como dicen que a cada guaraguao le llega su pitirre, el menor de sus hijos -un niño sensible y avispado- hamaqueó la Lista de Prioridades … Ver más ➡