Los videos están en todas partes. Todo el mundo lo comenta. Todo el mundo tiene una solución mágica. Se disfrazan con palabras distintas como “activar el SWAT”, “hacer más alianzas con el gobierno federal” o “activar la Guardia Nacional”. Se resumen en volver a la Mano Dura contra el Crimen. Una receta heredada.
Claro que quiero salir a dar una vuelta con tranquilidad, caminar por las aceras, descansar en una playa o sentarme en un banquito sin que sienta que hay un riesgo contra mi vida. Pero también quiero que los gobernantes articulen proyectos transformadores para los problemas complejos, como el del crimen. No quiero que los gobernantes contesten las preguntas como si fuera un escoge para un examen, pero que se quede en una bonita contestación para las cámaras.
La gran atención a la violencia que se ha visibilizado en los primeros días del 2019, sin necesariamente quererlo, deja en un segundo plano una de las modalidades de la violencia que aqueja a miles de personas diariamente, principalmente mujeres: la violencia de género. Tal vez porque no se capta en un video a plena luz del día en Isla Verde o tal porque no hace sentir vulnerable a grandes sectores de la población masculina, pero la violencia de género queda relegada a un segundo plano por parte del gobernador y su equipo de trabajo.
Como ejemplo de esto, vemos al gobernador Ricardo Rosselló Nevárez, hacer cumbres de seguridad para delinear estrategias contra los actos de violencia con una semana de reuniones con alcaldes, jefes de agencia, autoridades federales. Se destinan una serie de recursos institucionales para proyectar que se está dando importancia al tema. Es más, se responsabiliza a la Junta de Control Fiscal por no liberar mayores fondos para atender el problema.
Sin embargo, continúa sin articular esos esfuerzos – o similares – para atajar la oleada de desapariciones, secuestros y asesinatos contra mujeres. Las organizaciones feministas, principalmente la Colectiva Feminista en Construcción, lo visibilizaron mucho más a finales del 2018, mientras el gobernador les ignoró. Se acabó el 2018 sin que se destinaran mayores recursos económicos para atender el asunto. La estrategia pareció enfocarse en “pichar” hasta que se agote el tema en los medios. No hubo mayores indignaciones, no hubo reclamos por parte del gobernador de que la Junta de Control Fiscal liberara mayores recursos y se trató de dejar atrás.
Pareciera que mientras se condena la violencia en plena luz del día en espacios públicos, se ignora la violencia en todo momento cuando se ejerce contra las mujeres. Pareciera que para esas violencias no urge destinar recursos.
En la misma dirección de la simplicidad de atender solo unas violencias, vienen las “recetas milagrosas” para “curarlas”. Las múltiples “recetas” para atajar la criminalidad se pueden resumir en la estrategia de Mano Dura Contra el Crimen de Pedro Rosselló o el Castigo Seguro de Luis Fortuño. Recientemente, en el podcast del equipo de Plan de Contingencia, la licenciada Iris Yaritza Rosario Nieves analizó cómo estas estrategias de más policías, más vigilancia y más control se vendían como soluciones milagrosas para atajar la criminalidad en los años noventa y en la primera década de este siglo. Sin embargo, el problema de la criminalidad no se ha solucionado y parece estar más presente en la sociedad. La pregunta que surge es, ¿por qué insistimos en las mismas recetas que se llevan implementando por más de 20 años en Puerto Rico?
Como ya se pudieron dar cuenta, lo que quiero decir es que las soluciones mágicas para atender el tema de la criminalidad no existen. ¿Acaso aumentar la cantidad de policías en unas zonas impide que se muden los lugares donde se cometan los crímenes? ¿De qué forma nos vamos a estructurar como sociedad para que se desincentive el uso de la violencia?
Atender estas preguntas requieren un poco más de profundidad. Si bien es cierto que discutir estrategias como la legalización de las sustancias controladas puede ser una mejor aproximación, no atiende las causas, sino algunos síntomas. No obstante, es importante SUPERAR la fallida Mano Dura y proponer otras soluciones que han tenido éxito en otros contextos. Esas conversaciones requieren que analicemos si el “Castigo Seguro” es una ruta efectiva para atajar el problema. De igual forma, es importante discutir si la estructura de los salarios permite una vida digna para las personas que trabajan.
La “receta” de la Mano Dura, fuera de atender algunos fetiches, se nos disuelve como una pastilla de azúcar. Aferrarnos a ella es como decir que se tiene la RUTA de un PLAN cuando se gobierna sin dirección. La invitación entonces es a superar esas consignas fallidas y articular espacios para construir otra vida más equitativa, más justa y más respetuosa de la vida.