Yo quisiera sabe quién asesora al subcomité de educación superior de la Junta de Control Fiscal. Se está robando los chavos. En serio. Hace una semana se les ocurrió insistir en elevar los costos de la educación universitaria en la Universidad de Puerto Rico (UPR)a las métricas de Estados Unidos. Sin embargo, nunca dicen los criterios para comparar a la UPR con otras universidades en Estados Unidos. Y mire que hay cientos de criterios sobre los que se puede comparar una universidad en Estados Unidos con la Universidad de Puerto Rico. Pero no dijeron ni uno.

La primera vez que vi la carta, hasta me emocioné. “Genial, ahora que están comparando costos entre universidades, significa que vamos a equiparar la expectativa salarial”, pensé.

Me equivoqué. Después me pregunté si se proponían comparar el costo de estudio de los programas de grados asociados con los costos de bachilleratos. La respuesta fue que no. Luego pensé que se proponían comparar los costos de las universidades públicas basado en la proporción de ese costo en la mediana salarial de las personas en Puerto Rico.

Y me volví a equivocar. Me quedé esperando por criterios que usaron para comparar los costos, pero no mencionaron uno solo. No sé si es porque no los tienen o porque no saben que -al menos cuando se hace seriamente- las comparaciones tienen que indicar los criterios de comparaciones y explicar por qué se incluyen o excluyen otros criterios. En nuestro diario vivir podemos tener elementos para contrastar un buen café de uno flojo. Elementos relacionados al tipo de grano, a la maduración, al tueste y al tiempo de reposo influyen directamente en determinar lo que es una buena taza de café y la que no.

Por ejemplo, cuando se contrasta el costo del crédito universitario en Estados Unidos y en Puerto Rico, puede ser importante tener en cuenta los ingresos anuales de las personas que trabajan en ambos sitios. Sería necesario comparar los ingresos que genera una persona con bachillerato en Estados Unidos y en Puerto Rico. De esta forma, no tan sólo se mirarían las métricas de lo que cobran en Estados Unidos por el crédito universitario, sino la capacidad de pago de esa persona que va a entrar en el proceso de terminar estudios universitarios.

A pesar de que es evidente la necesidad de hacer este tipo de análisis a la hora de pedir que los costos de estudio de la UPR sean similares a los de algunos estados de Estados Unidos, la Junta de Control Fiscal ha preferido fomentar políticas para afectar más a los sectores de la clase media y clase pobre del país que hacerle justicia a la persona que se esfuerza cada día para ganarse con su fuerza de trabajo el pan de cada día.

Ante ese escenario, le queda a la Asamblea Legislativa y al Gobierno de Puerto Rico la posibilidad de reclamar que, a la hora de comparar a Puerto Rico con Estados Unidos, sean equivalentes los salarios en el país. De hecho, más allá de reclamarlo, pudiera presentarse legislación para que se tome en cuenta que debido a que se proyecta cobrar más por el acceso a la educación universitaria, esa persona va a tener un salario más adecuado por su trabajo intelectual.

En la próxima semana presentaré algunos datos relacionados a las medianas de ingreso anual de algunos estados y cómo contrastan con Puerto Rico. Mientras tanto, sigo esperando que el subcomité de educación superior me diga cuánto cobra el asesor que les (nos) está robando el dinero.