Los periódicos son el borrador de la historia de los pueblos. Y su acompañante más fiel también. Por casi medio siglo,  El Nuevo Día  lo ha sido para Puerto Rico. A 44 años de nuestra fundación, este periódico no solo ha narrado los momentos más gloriosos y dolorosos de nuestro pueblo, sino que también lo ha  acompañado.

Hoy -en momentos en que Puerto Rico se encuentra en el umbral de una nueva era-,  El Nuevo Día  dice presente para articular las posibilidades de nuestro futuro como país. Seguiremos dándole paso a las voces comunicadoras de ideas atrevidas, innovadoras y valientes, en todos los ámbitos de nuestra vida pública: las artes, los deportes, la educación, el desarrollo socio-económico, la salud y la seguridad ciudadana. Porque lo que está en juego hoy en día, es nuestra viabilidad como sociedad. Nos encontramos en una encrucijada en la que como puertorriqueños y puertorriqueñas, -en colectivo y como individuos-  es determinante que nos miremos al espejo y digamos: hasta aquí llegamos.

Hasta aquí el odio, la división, la corrupción, la superficialidad, el banalismo, las miradas a corto plazo, la politiquería, la violencia, la falta de solidaridad, la estridencia, la apatía y el cinismo. Basta ya.

 ¿Cuál es el nuevo Puerto Rico que queremos crear? De lo que se trata  es de colocar las bases de un nuevo proyecto social que nos sostenga por las próximas generaciones. Tal y como se logró hace 50 años.

Se acabaron los mesías, las soluciones fáciles, la dependencia de que otro solucione el problema por mí, se acabó el egoísmo y el egocentrismo. Tenemos que aprender como sociedad a actuar en colectivo, a pensar en colectivo, a dialogar en colectivo. A transformar nuestra realidad en colectivo, fuera de nuestras áreas cómodas y conocidas. 

Hay que arriesgarse a romper con esquemas y a construir nuevas relaciones entre todos, entre ciudadanos, entre partidos políticos, dentro y fuera de todos los sectores de nuestra diversa y plural sociedad puertorriqueña. 

Para poder movernos hacia ese futuro, hay que ceder y hay a aprender a dejar atrás los hábitos y las maneras de pensar que nos llevaron a la crisis en que estamos hoy en día. Esto no es una crisis financiera o fiscal. Es una crisis social. 

Pregúntele a una abogada, o a una ingeniera, o un obrero, a un joven desempleado: ¿cuál es el Puerto Rico que sueña? Y la contestación es simple: un Puerto Rico en paz y próspero. Ese nuevo proyecto social que tenemos que construir juntos, no es un misterio. Hay pedazos y fragmentos del mismo en plena discusión (educación, competitividad económica, salud accesible, desarrollo comunitario, rehabilitación social, sustentabilidad ambiental) en diversas esferas y en diversos foros.

Requerirá de un grupo diverso y amplio de puertorriqueños y puertorriqueñas articularlo, lucharlo, consensuarlo, cederlo, transformarlo y -sobre todo- no abandonarlo. Y  El Nuevo Día  estará ahí, cada día, ayudando a darle forma a ese Puerto Rico nuevo que quiere nacer y que vibra en lo más profundo de nuestro corazón.

Hoy -más que nunca- las páginas rediseñadas que usted tiene en sus manos de este nuevo formato gráfico, van acompañadas de nuestro compromiso de denunciar y fiscalizar todo aquello que atente contra nuestra prosperidad y nuestra paz. Con un nuevo formato gráfico, renovamos nuestro compromiso darle paso a las voces dispuestas a romper viejos esquemas y -sobre todo- a poner la acción detrás de la palabra. Ciudadanos y ciudadanas que con su ejemplo, construyen día a día un Puerto Rico nuevo. 

No hay tiempo que perder. El momento es ahora.