Los signos de exclamación lo explican todo.

El resultado del plebiscito no sorprendió. Pero no es para mofarse de quien, emocionado por haber ganado la gobernación de Puerto Rico dio rienda suelta a su entusiasmo juvenil creyendo que, aun en el peor de los momentos, podría darle un impulso definitivo a su ideal.

Algo de mofa merece un comentario como el de: “la Estadidad logró una súper mayoría”. Refiriéndose a las votaciones del 11 de junio.

El 9 de marzo del 2017 escribí en un blog titulado Mal Momento: “El movimiento anexionista en Puerto Rico no pudo haber escogido peor momento para adelantar su causa aquí en Washington”. Y puse como ejemplo el testimonio de los Young Republicans de Houston oponiéndose al pedido de los estadoístas con argumentos como el de que se trata de una nación culturalmente muy distinta a la de Estados Unidos; en fin una sociedad de habla hispana que dista mucho de ser bilingüe.

Imagínense como podría opinar un Donald Trump.

Los estadoístas no acaban de entender que la incorporación de Puerto Rico a la Unión Federal no es meramente un asunto de dólares y centavos; tampoco entienden que la ciudadanía ‘americana’ de segunda clase que le fue impuesta al colectivo puertorriqueño en 1917 no ha pesado lo suficiente como para que ese colectivo llamado Puerto Rico haya sido ASIMILADO por la metrópolis norteamericana.

Distinta es la asimilación que experimenta un puertorriqueño, digamos de tercera generación de una familia que haya emigrado a los Estados Unidos.

Tampoco entienden los anexionistas que, de igual manera que hay muchos puertorriqueños que atesoran su ciudadanía ‘americana’, hay muchos otros que atesoran su idioma, su cultura, sus costumbres y su paraíso tropical. Aunque Don Dinero es muy poderoso y es punta de lanza de la propaganda colonialista, las DIFERENCIAS entre ellos y nosotros no ha permitido el desarrollo de afectos genuinos e importantes entre el anglo sajón y el latino.

Seríamos ingenuos si no aceptáramos que el deporte ha sido fundamental en el desarrollo y aprecio de nuestra identidad nacional. Ciertamente lo fue conmigo. Y se trata de un fuerte lazo de solidaridad y cohesión que nos une como a una familia.

Los planes de enviar siete pseudocongresistas a Washington con un 23% de respaldo electoral me parece otro error, quizás peor que el del malogrado plebiscito. Repito lo que dije hace tiempo sobre esta modalidad del Plan Tennesee. Cuando se entere Donald Trump esperen un:

LOCK THEM UP!