Lo más importante que James Comey declarara ante la Comisión Congresional que investiga la intervención de Rusia en las elecciones presidenciales del 2016 en los Estados Unidos fue precisamente cuando aseguró, sin dejar duda alguna al respecto, que los rusos habían cometido ese acto de agresión contra la América democrática de Donald Trump.

Una vez establecida esa premisa, llueven las especulaciones sobre la participación de Trump y algunos miembros de su gabinete en lo que equivale a una traición a la patria, delito por el cual podría iniciarse la destitución del presidente de los Estados Unidos. Comparado con lo que podría imputársele a Trump en esta ocasión, lo de Richard Nixon en el asunto Watergate es ‘un fly al pitcher’.

En el plano personal, James Comey acusó a Trump de mentir en cuanto al porqué de su despido saliendo a relucir otra vez la relación del presidente con los rusos, pero además, la probabilidad de que estuviese incurriendo en obstrucción de la justica, otro delito por el cual pudiera ser residenciado.

Nada de lo que estamos viendo debe sorprendernos tomando en cuenta que se trata de una persona inescrupulosa que, aprovechando unos momentos de convulsión social en la sociedad americana, llevó un mensaje de prejuicio y odio para valerse de un sentimiento de supremacía blanca y de anti gobierno convenciendo a millones de sus compatriotas con su verbo nacionalista (make America great again) de que él y solo él podía ‘salvar’ la nación.

Si a esa espectacular movida publicitaria podríamos añadirle el ‘hacking’ de los rusos, podemos explicar cómo un hombre derrotado ampliamente por el voto popular salga triunfante en los colegios electorales.

Y créanme amigas y amigos, los errores cometidos por Donald Trump los seguirá cometiendo prometiendo un cuatrienio de liderato que podría acabar con los Estados Unidos.

No es fácil imaginarse o explicar cómo una persona de tan deficiente calidad moral y aun intelectual pudo haber engañado a tanta gente por tanto tiempo. Sus dichosos slogans ‘Make America Great Again’ y ‘America first’ le revientan los timbales a las demás naciones del planeta que lo ven como un megalomano egoísta dispuesto a sacrificar al resto del mundo por favorecer a su querida América.

Sin embargo, cabe el pensamiento en cualquiera de esos países que lo conveniente sería que Trump siguiera al frente de los Estados Unidos para acabar con ese imperio omnipotente. Yo veo ese punto, pero también veo como un Trump al mando de país más rico y poderoso de la tierra pudiera sumir a la humanidad en consecuentes guerras de exterminación.

¡Acaben con ese loco peligroso!