Un gesto generoso
Oscar López Rivera respondió de forma generosa a los puertorriqueños que, mal informados y cegados por el prejuicio, ventearon opiniones que lo describían como un criminal. Lo hizo dándole una lección de civismo patriótico renunciando al homenaje que se le brindaba en el Desfile Puertorriqueño de Nueva York a celebrarse el 11 de junio.
Quienes nunca han estado en una prisión, mal pueden entender el sufrimiento de una persona encarcelada por más de 35 años. Y mucho menos cuando se le imputaba el delito de conspiración sediciosa que, en el caso de Oscar, se circunscribía a luchar por la libertad de su patria ya que nunca se le acuso por haber participado en la muerte de quienes murieron en el ataque terrorista del Frances Tavern en Nueva York.
“NO TENGO SANGRE EN MIS MANOS”. Así lo expresa nuestro héroe nacional.
Barack Obama no tuvo la decencia y compasión de haberlo liberado antes, aun sabiendo muy bien lo injusto del castigo. Pero fue más lejos en su mezquindad cuando le añadió varios meses de arresto domiciliario en Puerto Rico, evitando que, además, fuera recibido en la isla con todos los honores y afectos que merecía su sacrificio.
“Que se pudra en la cárcel” han sido expresiones de anti puertorriqueños mercaderes del odio que han vendido su alma al Diablo imperial.
A todos estos individuos, empresas y organizaciones que protestaron la distinción que el Comité Organizador del Desfile mantuvo en todo momento, Oscar respondió gallardamente con un gesto generoso de renuncia al honor que se le confería.
Y lo hizo, como siempre, por Puerto Rico.