El movimiento anexionista en Puerto Rico no pudo haber escogido peor momento para tratar de adelantar su causa, aquí y en Washington.

Obviamente, con Donald Trump en la Casa Blanca, la posibilidad de que Puerto Rico se convierta en el estado 51 es mínima. Como adelanto de los problemas que puedan enfrentar los estadoístas, los Young Republicans de Houston, Texas, acaban de hacer un pronunciamiento en el que se oponen vigorosamente al pedido de estos puertorriqueños. Pero lo más interesante del caso, es como este grupo de derecha explica por qué tomaron esa decisión, destacando el importantísimo detalle de diferencias culturales, empezando por el idioma.

Ese sentir se refleja en el Congreso, donde Jenniffer González sufrió un revés al colgársele su proyecto de estadidad. Y sobre los planes de adelantar la iniciativa del Plan Tennessee. No creo que el PNP se dispare esa maroma con Trump en la presidencia.

Debe haber cantidad de grupos como el de Houston, en Estados Unidos donde buena parte de su población ignora que los puertorriqueños son ciudadanos “americanos”. Los anexionistas insisten en que se trata de un derecho a la igualdad que les permite ese “pedacito” de ciudadanía que les otorgara la Ley Jones en 1917. La triste realidad es que, para una inmensa mayoría de la sociedad norteamericana, el boricua es, simplemente, un latino más.

Muchos puertorriqueños soportan la desigualdad del coloniaje, pensando que somos parte de la nación más poderosa del mundo. Ponen como ejemplo los millones de dólares que nos envían sin tomar en cuenta que, como colonia al fin, nos han explotado económicamente desde que llegaron, siendo el mejor ejemplo de ese abuso el yugo de las leyes de cabotaje que nos espetaron en el 1920. Si a eso le añadimos el tributo de sangre en una guerra inconsecuente como la de Corea en 1952 y lo que le hemos servido como valor estratégico con bases militares por toda la Isla, pueden estar seguros que nos deben mucho más a nosotros que nosotros a ellos.

Pero el mayor daño que ha causado el coloniaje en los puertorriqueños no es a su bolsillo sino a su mente. La ilusión de la conveniencia, virus que atacó aún al propio Luis Muñoz Marín, nos vendió el odioso paquete de nuestra incapacidad, prima hermana de la inferioridad. En fin, no podemos gobernarnos y por eso no podríamos subsistir sin la tutela de Washington. Y miren donde estamos con todo y cien años de ciudadanía “americana”: económica y moralmente quebrados. No obstante, los anexionistas en este país siguen cantaleteando el “¿qué nos haríamos sin ella?”, como si estuvieran diciendo la gran cosa, cuando en verdad lo que hacen es vanagloriarse de nuestra inferioridad.

Respeto la ideología estadoísta y son muchos mis amigos en el PNP, como también respeto el que repudiando el colonialismo, quieran adelantar su lucha por la igualdad. Pero ya es hora de que despierten de ese sueño y tomen muy en cuenta lo que piensan los “americanos” sobre el asunto. Esas expresiones del grupo Young Republicans subrayan el que nos consideran un pueblo diferente y francamente inferior al de ellos dando énfasis al más importante rasgo de la nacionalidad: el idioma.

Puerto Rico no es una nación bilingüe, y eso ellos lo saben en Washington. Serían pocos los congresistas que estarían de acuerdo en aceptar en la Unión Federal a un estado hispano.

Muchos de mis lectores anexionistas me acusan de ser antiamericano. Falso. Lo que repudio firmemente es la injusticia del coloniaje porque rehúso la tesis de que Puerto Rico no pueda ser una nación libre y soberana, con el apoyo y la amistad de los propios Estados Unidos.

Cuando vuelvan a sumirse en el sueño de la conveniencia de ser colonia o de integrarse a una nación culturalmente antagónica a la nuestra, mediten sobre las realidades que expongo en este blog.