Puerto Rico es una fábrica de mal llamados plebiscitos, y se nos anuncia uno para mayo. Lo de “mal llamados” es porque se trata realmente de consultas o referendums, ya que, de ser realmente plebiscitos, su resultado sería ley.

El de triste recordación es el que celebramos para votar por la unicameralidad para acabar con la vaina de dos cámaras, una duplicidad de esfuerzos que atrasa todo y que es un gasto innecesario. Pero los espectaculares son aquellos que tienen que ver con el status politico; siendo el de 1967 el más importante  ya que, por primera vez desde que fue instituido en 1952, el Estado Libre Asociado, una condición política colonial, fue validado por el voto directo de un electorado ignorante y engañado por un líder y un Partido Popular dominante en el país.

El que nos viene pa’ encima incluye soberanía con libre asociación. O sea, otra alternativa en la que los Estados Unidos tiene que manifestarse en favor de asociarse libremente (de igual a igual) con Puerto Rico. La pregunta se “cae de la mata”. ¿Para que quiere el imperio asociarse con su colonia? No le veo la tostada que no sea la de pura caridad política. O sea, sería una manera de -en algo- honrar esa ciudadanía americana del puertorriqueño con prebendas como el voto presidencial. La tesis de que equivale a un pase de entrada y salida a los Estados Unidos no es rigurosamente cierta porque el puertorriqueño puede viajar ida y vuelta bajo las leyes de protección que rigen en los territorios.

La libre asociación es casi tan quimera como la estadidad ¿Para qué?, preguntaría cualquier congresista. ¿Qué ganan los Estados Unidos con asociarse libremente con Puerto Rico? Y menos ahora que, además de un Puerto Rico “quebrao”, el imperio ha demostrado un desprecio total por los puertorriqueños y sus problemas. El caso de Oscar López Rivera es el más vergonzoso.

Además, otra vez la ciudadanía “americana” del puertorriqueño vicia todo el proceso porque no es justo ni lógico que un pacto de libre asociación entre dos naciones ejerciendo su soberanía sea firmado por ciudadanos de solo una de las naciones pactantes; en este caso “US citizens”. Por eso, antes de firmar ese pacto, los puertorriqueños tienen que reivindicar su ciudadanía, y asi firmar en representación de su nación: Puerto Rico.

Si los estadoístas quieren seguir empujando su carrito anexionista, que propongan un plebiscito “Estadidad: Sí o No”. Ese también lo pueden impulsar en el Congreso Federal a ver si es verdad que el gas pela.