El perro de los impuestos (taxes) tiene mordido al republicano Donald Trump por el trasero, y en su última conferencia de prensa en Virginia, se notaba la preocupación de este candidato.

No es para menos, porque en 1995 Trump radicó una planilla en la que reflejaba más de $800 millones en pérdidas, El cálculo inicial es que Mr. Trump no ha pagado impuestos por unos 18 años. ¡Qué fino!

Correspondió al periódico The New York Times investigar los asuntos contributivos de Trump. Fue así como encontró la planilla que reflejaba  la pérdida.
Antes de ser cuestionado sobre sus impagos, Trump dejó que su alcahuete Rudy Giuliani saliera en su defensa calificando el “tumbe” de su panita como algo genial, y tratando de vender a Trump como un genio de las finanzas.

Pero una inmensa mayoría de los republicanos cuerdos no se tragaba el paquete de estos dos bandidos. Y ni hablar de cómo opinaban los americanos asalariados que habían cumplido con el pago de sus impuestos, mientras el billonario robaba de los fondos públicos.

No duden que ahora mismo la Junta de Gobierno del Partido Republicano esté planificando como retirar la candidatura de Donald Trump, y -a un mes de las elecciones- cubrir la vacante con un candidato que no represente lo peor de la política estadunidense.

Trump se presenta en público carifresco como siempre, y esgrime el argumento de que pudo obviar el pago de unos impuestos claramente injustos y con esa genialidad no solo excusar sus trampas sino prometer a los que pagaron sus “diezmos” que, de ser electo presidente, el procuraría eliminarlos para beneficiar a todos de la misma manera que él se había beneficiado. Si usted se perdió en ese pantanoso y maloliente camino de mentiras, vuelva  a pensar en lo monumental del fraude.

Ser endosado por Rudy Giuliani es como recibir la bendición de Satanás. El último exabrupto  del exalcalde de Nueva York sentenció que una mujer no podía ser mejor opción que Donald Trump.

Luego del segundo debate del próximo domingo, podría ponerse en marcha el proyecto para sacar a Trump de la papeleta republicana. Habría que ver cómo le va a Donald con su nueva estrategia de discutir los problemas matrimoniales de los Clinton; una estrategia que pudiera resultarle contraproducente por lo antipático del tema.

¿Especulaciones? Claro que lo son, pero sobran las razones para justificar el fusilamiento de Donald Trump.

En lo que concierne a Puerto Rico, no importa tanto quien sea el presidente de Estados Unidos en el 2017.

Han pasado casi cuatro meses desde que Barack Obama firmó la Ley PROMESA, y ya estamos en el proceso de que nuestro gobierno, electo por los puertorriqueños en 2012, sea desmantelado para que rija en el país una Junta de Control Fiscal compuesta por siete síndicos nombrados por el presidente Obama. ¿Derogará Hillary Clinton esa ley antidemocrática para devolvernos lo poco de autonomía que teníamos los puertorriqueños aún en los escombros del ELA? Lo dudo.