La junta
Oyendo programas de análisis en la radio y siendo selectivo en torno a los exponentes de ideas y argumentos, me sorprendió uno de quien presume de intelectual cuando destacó el descrédito de un Puerto Rico DEUDOR ante unos Estados Unidos libres de toda responsabilidad y culpa por la crisis fiscal que sufrimos los puertorriqueños. Obviaba así el académico el control absoluto del IMPERIO sobre el territorio y sus habitantes de la isla que invadieron en 1898 para convertirla en una colonia desde donde velar por sus intereses geo políticos en el Caribe.
Si es descrédito para Puerto Rico adeudar 72 billones de dólares que no puede pagar a sus acreedores más desprestigio es para unos Estados Unidos que pretenden ser ejemplo de una nación paladín de la libertad y la democracia mientras mantienen una colonia en el Caribe. Y lo admiten para sorpresa de un mundo del cual se jactan en ser guardianes de los derechos humanos al extremo de intervenir militarmente según sea el caso. Y sin importarle la violación de la soberanía de cualquier país del planeta donde ellos interpreten que ocurren esas transgresiones. Y ahora, en el caso de la crisis fiscal en Puerto Rico, la América de Donald Trump se quita el ropaje de gran democracia, para abiertamente reclamar autoridad absoluta sobre sus SUBDITOS los puertorriqueños lo hacen echando dos constituciones al zafacón, la de sus Founding Fathers y la de los colonizados en 1952. Así sin encomendarse a ningún imperativo moral o tribunal supremo, el Congreso Federal determina que cinco personas nombradas por el presidente Obama regirán taxativamente los destinos de nuestro Puerto Rico.
Por ese fregadero se va todo vestigio de derechos humanos y la democracia en Puerto Rico. ¿Con que fuerza moral puede Barack Obama dar cara a los Putin, Raúl Castro, o a Corea del Norte y a los chinos para exigirles cumplir con la carta magna de las Naciones Unidas y su mandato sobre los derechos humanos?
Es curiosa la actitud pasiva de muchos líderes estadoistas aceptando la imposición de esta Junta de Control Fiscal que viola todas las reglas de la gran democracia ‘ americana’ a la cual ellos quieren pertenecer. Una nación de la cual se enorgullecen de ser ciudadanos y una que, en vez de atender sus reclamos de igualdad, los degrada a meros súbditos de un imperio como degradarían en Wall Street a chatarra los bonos de Puerto Rico. Son precisamente los, bonistas quienes, por medio de sus cabilderos y buscando maximizar sus especulaciones, se desentienden de la crisis humanitaria que podrían causarles a sus conciudadanos. Pregunto ¿de qué les sirve su -ciudadanía ‘americana’?
La deuda de 72 billones de dólares no la puede pagar nuestro pueblo. Impedidos por una ley federal de recurrir a la quiebra, los puertorriqueños tenemos que insistir en el IMPAGO. Por cierto, en actitud muy parecida a la que asumimos en Vieques para sacar de allí al US Navy. Aquello parecía imposible, pero nos rebelamos, unidos todos, y los sacamos. En este caso urge una misma acción revolucionaria porque permitir que nos gobiernen cinco designados del imperio que, en verdad, defenderán los intereses de los, bonistas, es simple y llanamente INDIGNO E INACEPTABLE. Legislemos para impedirlo y denunciemos el atropello en la ONU. Porque de ocurrir esa barbaridad, al infierno con las elecciones de noviembre y puede hasta considerar LA JUNTA eliminar nuestras cámaras legislativas y convertir nuestro Capitolio en un museo.
Por eso, hablar de restructurar la deuda es perder el tiempo y más aun cuando no se reduce un peso en cinco años. La alternativa del IMPAGO obliga a los bonistas a reclamar del que puede pagar lo que se les debe y que, colateralmente ellos, el Imperio, le debe a nuestro Pueblo por habernos sometido a 118 años de coloniaje. Entiéndanlo bien amigas y 1amigos: EL COLONIALISMO ES UN CRIMEN y el que lo comete debe pagar por su fechoría.
Llevemos a los Estados Unidos a la picota para exhibirlo públicamente ante el mundo por haber mantenido a Puerto Rico como su pertenencia por 118 años, en fin, como una colonia, violando los principios democráticos que ellos presumen de defender y que esa denuncia encuentre eco en las Naciones Unidas para ser planteada ante el Tribunal de La Haya.
¡QUE PAGUE EL IMPERIO!