Celebremos lo que somos
Ya es hora de que los puertorriqueños celebremos lo que somos: puertorriqueños. Esto lo haremos el 2 de diciembre de 2018, conmemorándolo como el día de la Ciudadanía Puertorriqueña y así honrando la memoria del patriota Juan Mari Brás.
Lo haremos porque nos orgullecen nuestras raíces hispánicas y una cultura de paz, generosidad y trabajo que nos ha ganado la simpatía, el aprecio y la admiración de una humanidad que nos quiere y nos respeta por ser como somos.
Y así hemos sido y somos porque cuando la naturaleza es buena con el ser humano, el ser humano es bueno por naturaleza.
Es algo tan lógico como la matemática. Nada impide que nos imaginemos un mundo donde el amor, la paz y la fantasía sean complemento perfecto de un archipiélago que definen nuestros tesoros naturales.
No hay mejor perspectiva de la felicidad que Puerto Rico.
Siendo así, resulta intolerable y abusiva en que nos secuestren nuestros derechos humanos y civiles en una Ley Promesa que firmada por el presidente Barack Obama el 15 de julio de 2016. Y que se manifiesta cruel e injustamente en un gobierno que desmantela lo que quedaban de los recursos democráticos en manos del electorado puertorriqueño.
Ya era tiempo que el supuesto sistema democrático constitucional de los Estados Unidos fuera denunciado como ILEGÍTIMO, ya era tiempo que la Cláusula Territorial de dicha constitución fuera impugnada como inconstitucional por el sólo hecho de discriminar en contra de las minorías que son calificadas como inferiores. Por exactamente las mismas razones, la Ley Jones de 1917 que otorgó a los puertorriqueños la ciudadanía de segunda clase; por esa misma razón de minusvalidez el estatuto territorial es llana y simplemente inconstitucional. Se trata de la misma regla que atropella al boricua que ha sufrido y sufre la vulneración de sus derechos civiles y humanos.
Desde de su atalaya nacionalista, que le brinda un derecho natural, el puertorriqueño tiene que ejercer ese derecho para denunciar el crimen de 117 años de colonialismo que optó por cometer el imperio norteamericano para hacer a Puerto Rico una colonia en vez de hacerlo una nación libre y soberana, para orgullo nuestro y de los propios Estados Unidos.
El primer paso hacia nuestra libertad será la renuncia de la ciudadanía americana y al hacernos todos ciudadanos puertorriqueños reivindicaremos el verdadero tesoro de nuestra nacionalidad.