Lo que comenzó como una comedia histórica o un chiste de mal gusto se ha convertido con el tiempo por cierto muy poco tiempo, en una tragedia con matices catastróficos para la humanidad. Y no se trata de un golpe de la naturaleza. Me refiero a la saga de Donald Trump, quien, como Presidente de los Estados Unidos, nos acerca al caos y a la guerra.

A nadie debe sorprenderle que una persona tan falto de principios de calidad moral y embriagado de un ego centrismo enfermizo haga de su riqueza personal y de su poder presidencial motivo para dictatorialmente hacer lo que le venga en ganas en este mundo sin importarle las injusticias y sufrimientos que puedan agobiar a sus semejantes.

Por eso, no deja de manifestar sus prejuicios de raza y cultura basándose en el culto quasi religioso a la supremacía de las civilizaciones blancas occidentales.

Lo que ha propiciado Trump en su América es un caos sociológico y político que amenaza la existencia misma de la Unión Federal que preside. No ha sido poco el resquebrajamiento que ha sufrido de las fibras de solidaridad de la sociedad ‘americana’ afectadas por el verbo racista, insolente y divisionista de Donald Trump. Pero ahora tenemos que esa actitud de ‘I don’ t give a damn’ la ha asumido a nivel mundial y creyendo que un ‘ratoncito’ como Kim Jong Un era fácil de domesticar lo amenazó de muerte quedando sorprendido al verse retado públicamente por el dictador de Corea del Norte.

Las burlas no se hicieron esperar y muy pocos pensamos que Corea del Norte osaría enfrentarse militarmente a los Estados Unidos.  A cada amenaza de Trump, Kim Jong contestaba con el lanzamiento de un nuevo misil dándose la sorpresa de que su ultimo ICBM promete alcanzar cualquiera de los cincuenta estados de la América trumpista. Y se ha formado el corre y corre en Washington aunque Trump despacho el asunto con un “we will take care of it”. Pueden estar seguro que lo dijo con ‘las muelas de atrás’ porque nada aterra más a los ‘americanos’ que  le hagan la guerra en su patio.

La arrogancia abusadora de Donald Trump ha acrecentado la impopularidad de su América a niveles que rayan en el odio en más de medio mundo. Basta con la suma de millones de musulmanes vejados y un tercer mundo que repudia la hegemonía económica y política de los Estados Unidos. Eso explica el ‘coraje’ con el que Corea del Norte responde a las amenazas de una invasión norteamericana aun sabiendo que TODA COREA se convertiría en un cementerio de millones de almas, la mayoría de ellas, no combatientes.

Y tomando en cuenta que el desquicio de Kim Jong podría ser aún mayor que el de Donald Trump. En estos momentos no podríamos descartar las posibilidades de una guerra de consecuencias imprevisibles.