La retórica de Barack Obama
Barack Obama no es el afroamericano típico. Nació en Hawái, un archipiélago que los Estados Unidos anexaron a principios del siglo 19 e hicieron el Estado 50 en el 1959. Vivió su niñez fuera de América y vino a estudiar a Los Angeles integrándose a la sociedad ‘americana’, donde comenzó a enfrentar los prejuicios de las minorías en el USA continental.
Su vida política se desarrolló en le ciudad de Chicago y luego de incursar en la legislatura de Illinois llegó a Washington donde apadrinado por los demócratas logró la candidatura para la presidencia de los E.U. En el 2008 hizo historia derrotando al republicano John McCain.
Mucho se esperaba de este abogado, y profesor de derecho constitucional cuyo verbo cautivaba a sus oyentes por la lógica y elegancia de sus explicaciones habilidad que fue puliendo como senador en el Congreso Federal. Y claro, ocupando la presidencia después de Bush 43 el contraste lo favorecía y por mucho.
Sus primeros discursos como presidente de los Estados Unidos fueron enjundiosos e impactantes en la comunidad internacional, tanto así, que lo ayudo a que le otorgaran el Premio Nobel de la Paz en el 2O11. Mucho le sirvió para su re elección en el 2012 el haber orquestado el asesinato de Osama Bin Laden en ese mismo año del 2011.
No hay dudas de que en su primer cuatrienio hizo Obama lo suficiente como para que uno pensara que Barack tendría un segundo término exitoso. No fue así.
Su oratoria excepcional quedo en eso mismo: pura retórica. Sacó las tropas americanas de Irak, pero tuvo que volver y lo que encontró allí fue un berenjenal de problemas matizado por los conflictos violentos entre chiitas y sunnis. Tuvo que quedarse en Afganistán donde todavía hay unas cuantas decenas de miles soldados yanquis. El siempre bien hablado líder daba la impresión de que se quedaba siempre corto de lo que prometía en sus planes. Putin le comió los dulces en Ucrania y en Siria y con cada año Obama proyectaba más debilidad que resolución. Tanto así, que un fantoche racista como Donald Trump se aprovechó de esa inseguridad y falta de voluntad para proyectarse como ‘hombre fuerte’ dispuesto a “make America great again” y para sorpresivamente agenciarse la nominación presidencial para el 2016. No tengo dudas de que el apoyo de Obama a Hillary Clinton le hizo mucho más daño que bien a la candidata ya que en repetidas ocasiones Trump le recordaba al Pueblo que Clinton era parte del gobierno inseguro y desacreditado de Obama. Muy particularmente en lo que se tratara de política exterior (Foreign Policy). Era mucho decir acusar a Obama y a Hillary de ser los culpables de haberse creado el terrorífico ISIS que Obama nunca quiso calificar como el islam radical.
OBAMACARE fue y es una buena idea, pero ya Donald Trump la tiene en agenda para eliminarla. Y así podríamos señalar casos y cosas que hicieron de ese segundo cuatrienio un verdadero desastre para Barack Obama. No trasmitía credibilidad, y de ese mismo virus se enfermó Clinton.
Hablar de Obama en cuanto a lo que sufrimos en Puerto Rico es emitir un veredicto cruel. No ha habido un presidente de los Estados Unidos que haya maltratado más a los puertorriqueños que Barack Obama. Su conducta raya en lo criminal y basta con el desprecio que ha mostrado hacia la causa de la liberación de Oscar López Rivera para justificar la sentencia. Cuando podía ayudarnos no lo hizo. En muchas ocasiones ni siquiera nos atendía. Firmar la Ley de Promesa fue un error porque lo hizo a sabiendas de que firmaba una ley inconstitucional y anti democrática. Por lo, menos la historia no lo absolverá. Llegó a acuerdos con Cuba, pero fiel a su modus operandi, mantuvo el embargo y se quedó en Guantánamo. Para colmo ahora resulta que permitió que los rusos intervinieran en las elecciones del 2016. Su “cut it out” en septiembre no fue suficiente como para que Putin dejara de hacerle “hacking” en noviembre.
Y todavía hay gente que habla del legado de Obama.
¿De qué rayos hablan?