¡Ay, bendito!
El “¡Ay, bendito!” boricua resume la compasión. Se trata de puro sentimiento, y es una expresión de generosidad que nos distingue como personas de gran sensibilidad que vivimos en función del prójimo. Somos felices cuando hacemos felices a nuestros semejantes, mientras sufrimos con ellos sus tristezas.
Es desmoralizante ver las reacciones a mi última columna, titulada “El buen borincano”, en términos de que muchos piensan “Yo vivo en función de mí primero”. Y así, por el centro del plato, lanzaron la piedra del egoísmo, primer mandamiento del capitalismo salvaje que ha producido más dictaduras (Adolf Hitler, Benito Mussolini, Rafael Trujillo, Anastasio Somoza, Fulgencio Batista, Alfredo Stroessner, François Duvalier, Marcos Pérez Jimenez, Gustavo Rojas, etc.) que la mayoría de los regímenes socialistas. Porque el socialismo no es otra cosa que un sistema económico diseñado para lograr una mejor distribución de la riqueza. Franklin Delano Roosvelt salvó la democracia “americana” en la década del 1930 con una buena dosis de socialismo. Lean y estudien sobre estos temas importantes porque hasta los bufones pueden aprender.
Obamacare es reflejo de ese socialismo, como lo es la medicina socializada que se estableciera en Inglaterra en 1948, y tomen muy en cuenta que el imperio británico fue la cuna del sistema capitalista que ahora tiene en los Estados Unidos su exponente máximo. Sin embargo, no vayan a pensar que con la muerte de Fidel Castro los cubanos volverán a los tiempos en que se pagaba por la atención médica, la educación era mediocre y los negros no podían jugar baloncesto en El Vedado. La revolución hizo de Cuba una nación progresista, de mayor justicia social y respetada en todo el Planeta. En Cuba mandan los cubanos, y es un “¡Ay, bendito!” el que no pueda decir lo mismo de Puerto Rico, que vive el más rancio coloniaje bajo la autoridad de una Junta de Control Fiscal de siete personas que no representa la voluntad libremente expresada de los puertorriqueños.
Lo que no admite discusión es que Borinquen es un lindo lugar en el planeta Tierra, y un paraíso de bondades que ofrece un ambiente que ciertamente ha contribuído a hacer de nosotros los puertorriquenños un pueblo generoso, pacífico, hospitalario. compasivo y feliz. Cuba también lo es, como lo son todas las islas del Mar Caribe. Si no somos mejor de lo que somos, es porque no nos han dejado ejercer la libertad de ser todo lo que podríamos ser.
La libertad es el valor supremo. Y nada de lo que escribo en favor de un Puerto Rico libre lo motiva un odio por el pueblo “americano”. Mi crítica es a ese gobierno imperialista que mal representa a los “americanos” en todo el mundo y que ahora tendrá como mandamás a un desquiciado Donald Trump. ¡Ay, bendito!
Hace tiempo que merecemos la libertad. Lo escribí en “El buen borincano” y lo repito: ” si Luis Muñoz Marín y su poderoso Partido Popular hubiera insistido en el ideal de la independencia en las elecciones de 1948, no solo hubiese ganado otra vez, sino que hoy Puerto Rico sería una nación libre y soberana”. Al decidirse por la colonia (ELA), destruyó nuestra autoestima y sacrificó nuestra nacionalidad en aras de glorificar la ciudadania del invasor, la misma que hoy veneran los “happy colonials” y a la cual le atribuyen los colonizados unas virtudes que pretenden subestimar lo que hemos podido lograr los puertorriqueños con nuestra inteligencia y capacidad para el trabajo. El mensaje es claro: el puertorriqueno poco vale sin la ciudadanía “americana”. Y son tantos los colonizados que se lo creen. ¡Ay, bendito!
El puertorriqueño vale tanto como cualquier “americano”, y muchos, muchísimos vivimos orgullosos de nuestro idioma y cultura. Nada tiene que ver con esa valía la ciudadanía “americana” que es de segunda clase y es, además, el carimbo que nos estigmatiza como inferiores. Para mí es una vergüenza el que se nos considere una posesión de los Estados Unidos, un país que acaba de elegir como presidente al billonario Donald Trump, un payaso que pone en relieve la crisis moral y educativa que sufre ese imperio.
¿Que será de la vida de Bernie Sanders? Lamentablemente, en las democracias tantas veces se eligen a los peores candidatos como lo han sido Richard Nixon, George Bush Jr. y ahora Trump. Ciertamente, Sanders era la mejor alternativa.
La presidencia de Barack Obama fue mediocre. Y eso fue una gran decepción que pocos esperaban. Y oyéndole repetir su retórica ilustrada, uno se sorprende de lo mucho que habló y lo poco que hizo. Para Puerto Rico Obama fue un desastre. En vez de ayudarnos, nos maltrató como ningún otro presidente. Su promesa de cerrar la base de Guantánamo quedo incumplida, y queda esa base como ejemplo claro de una violación a la soberanía de Cuba.
¿De qué legado de Obama pueden estar hablando?
¡Ay, bendito! ¿Y cuando acabará Barack Obama de liberar a Oscar López Rivera?
¿Qué será de Puerto Rico y de la humanidad cuando el 20 de enero del 2017 el super “americano” Donald Trump asuma la presidencia de los Estados Unidos. Ya veremos que dirán los bufones.