Nunca antes los puertorriqueños habíamos sido maltratados a nivel de desprecio y atropello como ahora por el gobierno de los Estados Unidos. Ni siquiera por los españoles con quien compartíamos etnia, idioma, religión y costumbres.  Y es que los anglosajones que fundaron la democracia norteamericana hicieron del dinero una religión dando paso a la codicia corporacionista, la mayor fuente de corrupción en el planeta tierra.

Y la riqueza propició el inmenso poder económico y militar que convirtió su democracia en un imperio. Fue Teodoro Roosevelt el primer presidente en atacar a los mogules capitalistas como Rockefeller JP Morgan y otras gangas. Esto a principios del siglo 20 y correspondió al otro Roosevelt, tratar de suavizar el egoísmo capitalista en la década del 1930.

España nunca nos llevó a una guerra para matar y ser matados. Decenas de miles de boricuas han muerto en las guerras imperialistas de Corea, Vietnam, Afganistán e Irak.

¿No lo sabían? Pues hablando a calzón quitao les diré que de esa codicia desmedida surgió la corrupción. Así es, la CORRUPCIÓN no la inventamos los puertorriqueños. Hay que buscar por los pasillos del Congreso Federal en algunas uniones y en el complejo militar industrial que hace de las guerras un negocio.

El cabildeo no es otra cosa que el soborno santificado, y eso, en el Congreso Federal es ‘business as usual’.

Pero ese no es el mensaje que llega a los boricuas, ignorantes e ingenuos, que enseguida aceptan el calificativo de incapacitados y ladrones para añangotarse y hacer el ridículo ante el mundo. Ahora resulta que la corrupción se inventó en las alcaldías y las agencias gubernamentales de nuestra Isla.

¡Qué bonito!

Que fácilmente se convence el boricua de que es inferior, vago y deshonesto. El colonialismo ha destruido nuestra autoestima y de paso nuestra conciencia nacional.

En Puerto Rico esos bandidos del norte se han puesto las botas aprovechándose de su poder imperial y de nuestra condición de colonia. Y claro, ahora, cuando un Estado Libre Asociado fatulo y fraudulento nos lleva a la bancarrota moral y económica; ahora, todo es culpa de nosotros los puertorriqueños. Y hablándole a esos que “atesoran la ciudadanía de los Estados Unidos”, tantos de ellos anexionistas, sepan que son ciudadanos ‘americanos’ de pacotilla.

Sepan también que, para los gringos ustedes son llana y simplemente latinos y tan migrantes como cualquier salvadoreño, mexicano o guatemalteco. Esa junta que se propone para gobernarnos. a quienes mayormente insulta y degrada, es precisamente a ustedes los anexionistas. En el mismo limbo mentao queda el Estado 51.

¿Qué hacer?

NO a la Junta Fiscal de Control. Ahhh pero nada de tiros y bombazos porque esa es la especialidad de los yanquis. Vamos a tirarnos a la calle a protestar en multitudes representando todas las instituciones que trabajan ardua y honradamente en nuestra sociedad, nuestra nación. Todos los días y a toda hora. Lo haremos en nombre de nuestra dignidad pisoteada por el crimen del coloniaje y el abuso dramatizado por el injusto encarcelamiento de Oscar López Rivera.

Pero nuestro gobierno tiene que participar en nuestra protesta revolucionaria condenando el coloniaje abiertamente admitido por la rama ejecutiva del imperio. El gobernador tiene que jugárselas con el impago y con el respaldo de nuestras cámaras legislativas denunciar ante las Naciones Unidas el crimen del coloniaje que ahora los Estados Unidos quieren perfeccionar destruyendo todo vestigio de democracia que pudiera reflejar el tutelaje del imperio sobre la colonia.

Y sobre esa maldita deuda – no me canso de repetirlo y que oigan los bonistas:

¡QUE PAGUE EL IMPERIO!