El fenómeno Bernier
Evito discutir candidatos y candidaturas en nuestras elecciones coloniales porque, para empezar, se trata de ciudadanos ‘americanos’, una condición política impuesta por una Ley Federal que les exige a estos líderes fidelidad a una ciudadanía que antagoniza con su nacionalidad puertorriqueña.
Todos los días en este país, los medios escritos y audio visuales nos presentan la figura de David Bernier como un candidato favorecido por una mayoría de nuestros electores y en muchos casos independientemente de sus afiliaciones ideológicas y partidistas. Esto no ha ocurrido con frecuencia en Puerto Rico donde el tribalismo se traga los juicios más objetivos y prudentes. Me interesa particularmente el asunto porque se trata de un deportista, un hombre que se formó intelectual y sociológicamente en el deporte, una de las manifestaciones de nuestra cultura con mayor arraigo en la conciencia colectiva de Puerto Rico.
Lo conocí cuando se proponía convertirse en secretario de Recreación y Deportes en el gobierno de Aníbal Acevedo Vilá. Pero, claro, en largas y consecutivas conversaciones sobre ideologías y propósitos pude apreciar cualidades de entendimientos, liderato y de sentimientos que no se desarrollan en la privacidad de una oficina dental. Y me sorprendía que un odontólogo hubiese desarrollado una capacidad excepcional de expresión, tanto escrita como verbal. En varias semanas ya Bernier era parte del gabinete de Acevedo Vilá.
Entre los pensamientos que me expresara sobre salía un fervor nacionalista con todo lo que representara y fomentara la exaltación de nuestra identidad. Y si en algún ámbito de nuestra vida se da ese sentimiento patrio es en el campo deportivo donde Puerto Rico es reconocido y tratado como una nación soberana. Muy pronto se le presentaría la oportunidad de presidir lo que ha sido, es y será el bastión de la nacionalidad puertorriqueña: EL COMITÉ OLIMPICO DE PUERTO RICO (Copur).
Estoy convencido de que la manera en que David Bernier se desempeñó en la presidencia del Copur, tratando con líderes deportivos que a la vez eran desafectos políticamente, ideando proyectos que reflejaban una inteligencia superior pero a la vez haciendo que esos proyectos se materializaran convirtiéndose en créditos para la institución e incluso para nuestro gobierno, repito, estoy convencido que esa exitosa muestra de puro liderato, aún a nivel internacional, lo proyectó como una importante figura a nivel nacional ganándose la admiración y el respeto de todos los puertorriqueños.
Me perdonan los que no comparten este entusiasmo pero estoy tratando d explicar lo que he llamado el FENÓMENO BERNIER un acontecimiento de mucha importancia política en el presente de este país y que nadie puede ignorar, ni siquiera el Gobernador de Puerto Rico.
Con los exitosos Juegos de Mayagüez. Centroamericanos que planteaban el álgido problema de la presencia de Cuba y que llevó a muchos líderes deportivos nuestros a minimizar su apoyo a la organización de los mismos, fue Bernier quien, personalmente asumió el liderato que exigía el momento y aunque no pudo lograr la asistencia de los cubanos, por lo menos logró que los venezolanos, que hacían causa común con ellos, desistieran de ausentarse de los Juegos en Mayagüez.
Cumplida su misión en las Olimpiadas de Londres no fue sorpresa para nadie que el gobernador Alejandro García Padilla lo escogiera como Secretario de Estado. Recuerdo que hablándole sobre ese nombramiento le recordaba lo difícil de esa posición en una colonia. Pero Bernier no me hizo caso y en cuestión de meses volcó todo su entusiasmo nacionalista en su trabajo dándole a ese puesto una personalidad internacional que, por ser Puerto Rico una nación merecía, pero que no se le había sido ni reconocido ni brindado.
Pero no es mucho lo que se puede hacer a nivel internacional con las trabas del colonialismo; ni desde la secretaria de estado ni desde La Fortaleza. Eso lo hemos estado viendo en un Puerto Rico agobiado por una deuda de la que Barack Obama se ha desentendido acentuando la mezquindad de Washington en el trato con su colonia, su territorio, su pertenencia en el Caribe. Basta mencionar el agravante de un Oscar López Rivera condenado a sufrir media vida de presidio por defender la libertad de su patria.
Hasta aquí un resumen somero de mi relación con David Bernier pero al que quiera extenderse y ahondar en su personalidad, pensamientos y proyectos les recomiendo lean su libro EN GUARDIA, un manual de procedimientos en liderato y gobierno.