El hombre más importante del planeta Tierra es argentino y reside en el Vaticano.

Se trata del Papa Francisco I, quien nació en un barrio de Buenos Aires en 1936. Cumplirá 79 años el 17 de diciembre y la verdad es que, Jorge Bergoglio pudo haber sido papa antes (2005),  pero él mismo decidió favorecer al alemán Ratzinger y así tuvimos un Papa Benedicto  décimosexto, antes de que la memoria y el nombre de  San Francisco de Asís fuera glorificado por quien se calzó las sandalias del pescador en marzo del 2013.

No podemos obviar los excepcionalismos de este argentino que llegó a ocupar la silla de San Pedro por algo imprevisto y hasta ahistórico, como lo fuera la RENUNCIA del Papa Benedicto XVI a su encomienda…Como si a una encomienda como esa pudiera renunciarse; escribí y me reafirmo en que los papas mueren, no renuncian.

Aunque nada tengo de religioso, siempre me mantengo atento e interesado en los vaivenes eclesiásticos y muy particularmente en los de la Iglesia Católica en la que fui bautizado y en cuyas escuelas me eduqué hasta la adolescencia. Por eso, cuando Bergoglio decide optar por el  título de Francisco I como líder espiritual de la millonada de católicos en el planeta, enseguida aplaudí ese acierto porque siempre entendí que se trataba del santo más ‘santo’ de todo el cristianismo y lo más parecido a Jesucristo.

Desde el primer momento  en que dio muestras de su mandato, la humanidad  captó el fenómeno de Bergoglio.

No se trataba de un desconocido en la curia católica y la prueba es que, como anticipara en los comienzos de este blog , el argentino era un candidato fuerte para el papado en marzo del 2005 cuando el cónclave cardenalicio eligiera a Ratzinnger para sustituir al polaco Juan Pablo II. Pero nadie, ni los de ‘adentro’ ni los de ‘afuera’, se imaginaban la fenomenalidad del Papa Francisco I, con su agenda revolucionaria.

Lo primero que hizo fue honrar la vestimenta cardenalicia en su misa de inauguración, al presentarse con la casaca blanca de la humildad rubricada por la cruz pectoral  que siempre llevara cuando no era papa y se le conocía como “el obispo de los arrabales” en su querido Buenos Aires. Me falta espacio para narrarles la historia de un hombre que fue e hizo ”de todo” en una vida dedicada a servir al prójimo y muy particularmente a los pobres, a los más necesitados mientras se valía de su inteligencia superior para hacerse un devoto de ese saber que se razona hasta el límite del entendimiento humano dejando espacio para creer en Dios y en Cristo, pero también en los hombres y mujeres de este mundo.

Usted podrá creer o no creer en la Santísima Trinidad, o en la Inmaculada Concepción  o hasta en la doctrina de la infalibilidad papal que tan festinadamente impusiera el Papa Pío Noveno en el Primer Concilio del Vaticano en  1870, pero el mensaje de amor y paz que necesitamos TODOS en nuestro atribulado universo y que se resume en la personalidad y palabra de Bergoglio, es la VERDAD. Es la pura verdad que nos hace libres y felices.

Si algo nos tiene a todos aterrorizados y pesimistas son las guerras que se desarrollan en el oriente medio con relevantes matices religiosos. Una réplica de las cruzadas medievales. A todo este desconcierto de voluntades fanáticas el Papa Francisco I propone el diálogo respetuoso que obvia la discusión  sobre quienes tienen  la razón para, generosamente, aceptar la validez de otros puntos de vista y de ahí partir hacia la conciliación. Nada de esto es novel para Bergoglio porque, desde que advino a la oficialidad de la Iglesia Católica, tendía su mano amistosa a judíos y a islámicos, así como a la Iglesia Ortodoxa Griega y hasta a los ateos. Para Francisco I todos somos ‘salvables’.

Y no es que lo predicaba y lo hacía antes sino que lo hace AHORA como papa y con el firme propósito de segur haciéndolo. La energía moral que desata este Pontífice diciendo y haciendo en todas las latitudes es de tal magnitud que ridiculiza aquella broma histórica  de José Stalin cuestionando el poder político del papa con su pregunta de ¿Y con cuántas divisiones (militares) cuenta el papa?

Al regañar públicamente a la jerarquía del catolicismo exigiéndole una mayor entrega a preceptos  fundamentales del cristianismo, Bergoglio abusó de la genialidad de su verbo advirtiéndole a sacerdotes, obispos y cardenales sobre el peligro de padecer un “ALZHEIMER ESPIRITUAL” y así llegar al extremo de convertirse  en “sembradores de cizañas ‘como Satanás”. ¡Tremendo tango!

Y en la audiencia con todos los empleados del Vaticano pidió perdón por todos los escándalos pecaminosos con los cuales la curia ha mancillado el nombre de la Santa Sede.

Nos dice Francisco I: Nadie puede ser indiferente a las desigualdades en este mundo. Y así mismo repudia los fundamentos egoístas del capitalismo y cómo la codicia impera en la economía de mercado.

Bergoglio le habla a todos por igual y pone por delante un mandato de amor y servicio al prójimo. Y lo que dice, lo hace, siendo su más reciente aportación al alivio de la penuria de los necesitados su proyecto de asear a los deambulantes de Roma construyéndoles facilidades de duchas y material aséptico en los predios del Vaticano; así como servicio de barbería. Simplemente extraordinario. Así puede definirse al Papa Francisco I. Por eso mismo aprovecho esta apología para pedirle al homenajeado en este blog un favor muy especial que le solicito en la siguiente carta:

Querido Jorge,

Te tuteo porque soy más viejo que tú y porque quiero ser tan cariñoso contigo como tan amable y  cariñoso has sido y eres con la humanidad .

Sabiendo que  en los próximos meses viajarás a los Estados Unidos (si puedes adelantar el viaje, mejor) y verás al presidente Barack Obama, te ruego que, por favor, le pidas a Obama que libere al preso político Oscar López Rivera quien lleva  más de 33 años encarcelado en una prisión federal por el ‘delito’ de luchar por la independencia de su patria: Puerto Rico. Oscar nunca robó o  mató ni mandó a matar. No merece un castigo tan cruel.

Sé que puedes lograrlo y te anticipo mi agradecimiento y el de millones de puertorriqueños.

Te aprecia, te admira y respeta

Fufi Santori, ciudadano de Puerto Rico