Una población que no podemos olvidar
En Puerto Rico se habla hasta la saciedad sobre la baja participación laboral y sobre las cifras de doble dígito en el desempleo. Se debate sobre la falta de plazas bien remuneradas y sobre las raquíticas escalas salariales que plagan a muchas industrias, cortesía de la crisis por la que atraviesa la Isla.
Sin embargo, es muy poco lo que se habla sobre los retos que enfrentan las personas con impedimentos a la hora de insertarse en la fuerza laboral.
Hoy en revista Negocios de El Nuevo Día, nuestra periodista Rut Tellado investiga el tema, constatando una dura realidad para esa población.
Si bien las cifras que verán en el reportaje son alarmantes, no nos debemos quedar en el mero asombro. En Puerto Rico, tanto el Gobierno como el sector privado, nos tenemos que mover apresuradamente en una dirección que abone hacia la capacitación, el acomodo y el reclutamiento de más personas con impedimentos, quienes tienen la capacidad de hacer grandes aportaciones tanto para el sector empresarial, así como para la sociedad.
Sin duda, esto no es un tema único de Puerto Rico. Hace cinco años la Organización Mundial de la Salud y el Banco Mundial prepararon el Informe Mundial sobre la Discapacidad, un voluminoso estudio que estimó la población global con impedimentos en 1,000 millones de personas alrededor del mundo. El informe ofrece múltiples sugerencias de cómo mejorar la educación, salud y situación laboral de esta comunidad.
“Afrontar las necesidades en materia de salud, educación y empleo y de otros aspectos del desarrollo de las personas con discapacidades es fundamental para lograr los Objetivos de Desarrollo del Milenio”, dijo en el informe Robert B. Zoellick, presidente en aquel entonces del Grupo del Banco Mundial y antecesor del actual presidente, Jim Yong Kim.
“Hemos de ayudar a las personas con discapacidades a que obtengan un acceso equitativo a las oportunidades de participar y contribuir a la vida de sus comunidades. Es mucho lo que pueden ofrecer si se les brinda una posibilidad justa”, añadió Zoellick.
Puerto Rico no puede ignorar las necesidades de esta población. Tenemos el deber moral de incluirlos y de brindarle las oportunidades que necesitan para que puedan desarrollar al máximo todo su potencial.
La voz de este segmento de la población tiene que escucharse más fuerte, y su presencia, debe cobrar mayor visibilidad. No los olvidemos.