Si usted respira y es un ser vivo, de alguna forma u otra usted interactúa con la industria de alimentos.
Ya sea como productor, distribuidor o consumidor, todos estamos estrechamente ligados a este sector, que en Puerto Rico atraviesa una transformación importante. Esa evolución fue el foco de la revista Negocios de El Nuevo Día publicada hoy, donde nuestra periodista Marian Díaz indaga sobre cómo los cambios en los hábitos del consumidor y la crisis económica por la que atraviesa el País están modificando a este sector.
Este fin de semana, precisamente, se celebró la convención anual de MIDA, donde se reveló el nuevo estudio Radiografía del Consumidor 2016. Dicho informe arrojó que el promedio en el gasto mensual del consumidor, a la hora de hacer sus compras en el supermercado, bajó a $406. Esta es la cifra más baja en una década.
Si bien la cifra no debe sorprender, sobre todo cuando Puerto Rico lleva 10 años de contracción económica, el dato en sí representa una alerta para una industria que ya sufre por una población en descenso y por los altos costos operacionales que representa la importación de sobre el 85% de los productos que se venden en suelo puertorriqueño.
Así las cosas, el llamado de la industria es a poner el oído en tierra y ajustar sus estrategias a las necesidades del Puerto Rico de hoy. Mientras, el llamado para toda la población, incluyendo los consumidores y los jugadores de la industria de alimentos, sigue siendo más que obvio. Es imperativo vender y comprar el producto local.
El producto cultivado y producido aquí no cuenta con los volúmenes avasalladores que ostentan los productos que navegan hasta la Isla a manos de empresas multinacionales. Sin embargo, lo que se produce en Puerto Rico, al no tener que venir en barco, suele ser fresco y con menos preservativos. El beneficio es doble: a la salud y al desarrollo económico de Puerto Rico.
Ciertamente, hay un asunto de precio que figura como uno de los principales retos, sobre todo en una economía en precario. Pero, si lo local cuesta un poco más que lo importado, en la medida en que sea posible hay que hacer el esfuerzo, comprar lo de aquí y verlo como una inversión en nuestro futuro. Si nosotros mismos no apoyamos lo nuestro, cómo entonces podemos pretender que otros nos auspicien. Solo ese apoyo al producto local podrá lograr un aumento en la producción y generar las economías de escala necesarias para potenciar al sector de alimentos en la Isla. La misión comienza en casa.