Viviendo del cuento
Mientras se debate el futuro de la reforma al sistema de retiro de los maestros, los distintos bandos siguen enfrascados en luchas individuales, adjudican culpas de lado y lado, el reloj sigue corriendo y Puerto Rico parece seguir perdiendo la perspectiva.
Hay quienes debaten que si no se logra reformar el sistema de retiro de los maestros, esto detonará una degradación crediticia. Otros argumentan que eso no pasará. Pero lo que la mayoría parece olvidar es que el problema con retiro es solo una fracción de los múltiples escollos que Puerto Rico tiene que resolver rápidamente y de forma coherente para poder enderezar sus situación fiscal y echar a correr la economía.
Sin embargo, como pueblo no nos hemos querido dar cuenta de que eso conlleva una reingeniería total de cómo se opera el gobierno y cómo se viabiliza el desarrollo económico.
Por años, la clase asalariada y el sector privado ha cargado con el gran peso de la deuda de Puerto Rico. Ese trabajador que año tras año rinde su planilla, sin trucos. Que va a la tienda y paga su IVU, sin saber si el comercio que le cobró terminará remitiéndolo a Hacienda. Ese consumidor que guía y gasta un dineral en remplazar gomas cortesía de los cráteres que adornan nuestras carreteras. Ese empleado del sector privado a quien le recortaron su bono o sencillamente no se lo pagaron, pero que de sus contribuciones depende gran parte de la nómina de los servidores públicos y el dinero con el que le pagan a los contratistas de gobierno.
¿Cuál es la opción? ¿Subirle las contribuciones a este segmento, que, por cierto, se sigue achicando?
No nos hemos querido dar cuenta de que llegó la hora que todos aportemos al pote. El Gobierno tiene que reducir gastos, los recaudos tiene que incrementar y la economía tiene que florecer. Lograr esto requerirá el sacrificio de todos dentro del sector público y el privado, no sólo de algunos grupos, como ha sucedido hasta ahora. Tenemos que internalizar que la realidad de todos cambió, que los recursos ahora son limitados, que ya no podemos seguir viviendo del cuento.