Pese a que en Puerto Rico existen miles de cuerdas deterreno agrícola que están subutilizadas, importamos sobre el 85% de todo loque consumimos. Para colmo, traemos la mayoría de estos alimentos en los barcosde una marina mercante onerosa, cortesía de las limitaciones impuestas por lasfamosas leyes de cabotaje que nos rigen.

Con este escenario de trasfondo las soluciones son másque evidentes. Al tope de la lista de prioridades para este 2014 que reciéncomienza debemos establecer una agresiva apuesta al desarrollo agrícola.

Lamentablemente, muchos despachan el tema y suspiranmientras dicen “aquí nadie va a volver a sembrar caña”. Pero este tipo deexpresión es uno que adolece de información actualizada sobre la evolución dela tecnología agrícola y, peor aún, hace caso omiso al tema de la seguridadalimentaria.

Considerando factores como las  consecuencias de una emergencia nacional quenos impida importar alimentos a la Isla, al igual que la necesidad urgente quetiene Puerto Rico de crecer  y diversificarsu economía, no nos podemos seguir dando el lujo de que  nuestra agricultura, a duras penas,represente el 1% de nuestro Producto Interno Bruto.

Y si decidiéramos ignorar los factores antes mencionados,un impulso potente  a la gestión agrícolaaún se justifica con el mero hecho de que la demanda está ahí. Por cierto, esademanda seguirá estando ahí mientras sobre suelo boricua habiten seres humanosque coman a diario.

Si bien Puerto Rico, al igual que la mayoría de lospaíses alrededor del mundo, incluyendo economías desarrolladas, incentivan confondos públicos  parte de su gestiónagrícola, el hacer una contundente apuesta al desarrollo de nuestra agriculturano puede descansar meramente en subsidios gubernamantales.

Para impulsar el agro, la introspección debe ir más allá de lo que el sector ha sido hasta elmomento. Se trata de un movimiento que requerirá una reinvención de lasoperaciones agrícolas en busca de nuevas tecnologías, innovadores procesos ymayores eficiencias.  Existen múltiplesoportunidades. Es cuestión de identificarlas, tomar riesgos calculados y tenerla voluntad para volver a levantar una de las industrias que más sentido hacepara Puerto Rico.