Juramentación en pandemia
El gobierno de Wanda Vázquez ha sido bastante incongruente en el cumplimiento de las restricciones impuestas a causa de la pandemia y su sucesor, Pedro Pierluisi, no da señales de que bajo el suyo será diferente.
Es pronto para conocer cuán estricto en el tratamiento de la pandemia será el gobernador electo una vez inicie su mandato el 2 de enero. Pero para muestra, un botón basta, dice el refrán.
Todo indica que Pierluisi no ha sabido, o no ha querido, imponer la moderación en la planificación de su toma de posesión. Predicar con el ejemplo, que sería lo indicado, ha quedado fuera de toda consideración a la hora de repartir invitaciones para un evento que, en las circunstancias actuales, debía circunscribirse a una ceremonia protocolaria con aforo mínimo.
Lo que ha trascendido es que se han repartido 400 invitaciones para el acto a celebrarse en una gran tarima levantada frente a las escalinatas norte del Capitolio.
La gran ironía es que los organizadores se han encargado de exigir que cada invitado porte, junto a su invitación y su mascarilla, un documento que certifique que se ha hecho una prueba PCR y que ha dado negativo.
Ya es sabido que las pruebas PCR reflejan poco a la hora de la verdad. Usted puede salir negativo hoy y empezar a sentir síntomas de Covid-19 mañana.
Dicho esto, lo de las pruebas plantea un problema adicional. ¿Cuándo se las harán los invitados? ¿El día de Año Nuevo, cuando los laboratorios estarán cerrados por el feriado? ¿Antes? Poca confiabilidad van a tener esos resultados negativos cuando sus portadores acudan a la juramentación de Pierluisi.
Poco ejemplo a seguir en cuanto al comportamiento adecuado en la pandemia ha dado la gobernadora Vázquez en los últimos nueve meses. Para quien no lo recuerde, la conducta de muchísimos candidatos en la campaña política fue irresponsable, ya que se olvidaron de las mascarillas y del distanciamiento físico, incluso violando el toque de queda, medidas cuyo cumplimiento se exigía al ciudadano común.
El nuevo año, que comienza con la esperanza de que la vacuna contra el Covid-19 augure el final de la pesadilla, es una nueva oportunidad para que los gobernantes dén el ejemplo.
Que el 2021 no empiece con más de lo mismo. Haga la diferencia, señor Pierluisi.