Se busca un columpio
De toda la propiedad desaparecida de la Fortaleza al término de la acortada gobernación de Ricardo Rosselló, lo más fácil de adjudicar deberían ser los artículos de niños.
Hay, por ejemplo, un columpio, dos sillas altas de comer y un corral. Es lógico pensar que son artículos que usarían los dos hijos pequeños de Rosselló.
Lo que no es lógico es que se trate de propiedad comprada con fondos públicos. Y, por supuesto, siendo así, tampoco es lógico que hayan desaparecido.
Como las cosas inanimadas no se mueven solas, hay que pensar que alguien se las llevó. Si fue Rosselló, habría que darle el beneficio de la duda y especular que a lo mejor creyó que las había comprado con su dinero y no que algún ayudante hubiera tenido la inaceptable idea de pagarlas con fondos públicos.
Siempre me ha parecido que no hay razón válida alguna para que los ciudadanos tengamos que mantener al gobernante y su familia. Les damos casa, comida, carros y escoltas al cónyuge y los hijos, que no son funcionarios, lo que es aún peor.
Eso sí, no hay que perder la esperanza. Acabamos de enterarnos de que empiezan a aparecer los objetos perdidos, como dos tabletas electrónicas que un exdirector de informática del gobierno ha devuelto al conocer que estaban en la lista.
Según la propia Fortaleza, la propiedad desaparecida tiene un valor aproximado de $14,000. Una porquería si la comparamos con los millones largos que deben haber costado muchos otros objetos perdidos en palacio año tras año, como la guagua blindada de Rosselló, por ejemplo, que la gobernadora no incluyó en la lista.
A lo que sí ha reaccionado indignada ha sido a la desaparición del columpio y los demás objetos de la listita. Por cierto, ¿habrá en alguna gaveta fotos de los anteriores ocupantes de la Fortaleza disfrutando del columpio?
Ojalá aparezcan pronto los objetos perdidos, a ver si podemos dedicarle a asuntos más enjundiosos y urgentes el tiempo utilizado en la búsqueda del columpio (perdón, pero es que alucino pensando que alguien autorizó gastar $150 de dinero público en semejante tontería).
No quiero ni pensar en que se le desaparezca a la gobernadora su colección de mascarillas “fashion”.